LAS DIVINIDADES ALUCINOGENAS |
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por Alain Daniélou Orientalista y musicólogo, Alain Daniélou estudió (1935-1948) sánscrito, filosofía, teología y música en las escuelas tradicionales hindúes en Benarés. Amigo del gran poeta bengalí Rabindranath Tagore, penetró en la mística hindú mediante la música, la poesía y el teatro. Prof'esor en la universidad hindú de Benarés (1948-1954) asume luego la dirección de la biblioteca de manuscritos y ediciones sánscritas de Adyar en Madras (1953-1956). Miembro del Instituto francés de indología y de la Escuela francesa de Extremo Oriente (1956-1963), se desempeña después como director del Instituto internacional de estudios comparativos de la música en Berlín y Venezia. Entre sus múltiples publicaciones, en castellano tenemos un texto redactado conjuntamente con José Luis Borges sobre los secretos de los Tantras. Para Alain Daniélou, el Occidente perdió su propia tradición y alejó al hombre de la naturaleza y de lo divino. Si quiere sobrevivir, tendrá que redescubrir la Tradición de la experiencia religiosa Y mística multimilenaria que la India supo preservar hasta hoy. En la jerarquía de la creación, los diferentes aspectos de la materia y de la vida corresponden a códigos, fórmulas que se manifiestan primeramente por seres sutiles, espíritus, genios, ángeles o demonios que rigen los diferentes aspectos de la creación y se encarnan en sustancias, plantas, animales, insectos, micro-organismos en los cuales se encuentran los mismos códigos. Hay entonces parentesco entre ciertas plantas, ciertos animales, ciertas bacterias, ciertos tipos de hombre, entre los cuales aparecen afinidades, formas de entendimiento, de cooperación, de dependencia mutua o al contrario antinomias. La vida existe sólo devorando la vida y es únicamente destrozando y asimilando a otros seres vivientes que las diversas especies pueden subsistir, reproducirse y existir como especies. Según sus afinidades, todas las especies tienen presas indicadas, ya sean carnívoras, fructívoras, herbívoras, ya se nutran de insectos o de plancton, pero son ellas mismas presas de entidades sutiles que las penetran, viven en ellas y eventualmente las destrozan... Los ritos del sacrificio, la consagración de la víctima a una entidad sutil, a una divinidad, y su consumo permiten establecer un vínculo con la entidad considerada. Es el fundamento de todas las religiones. Agradecemos a los dioses por los alimentos que son el soporte de nuestra vida. Es mediante la comunión ritualizada que invitamos a un dios, un espíritu, a entrar en nosotros con el fin de modificar nuestros comportamientos, de permitirnos en algunos casos, entrar en contacto con seres sutiles, desarrollar nuestras percepciones y hasta alcanzar niveles de conciencia que están normalmente fuera de nuestro alcance. En el rito del sacrificio, evocamos la presencia de una divinidad, de un ser sutil que penetra en nosotros mediante la comunión, el consumo de la víctima. Es el sentido del ritual cristiano en el cual el espíritu del vino se. vuelve sangre de Cristo absorbida con respeto por los feligreses en el rito ortodoxo (en el rito católico sólo la hostia que es carne de Cristo se da a los feligreses; el vino, sangre del dios sacrificado, es consumido sólo por el sacerdote que oficia). Mediante un consumo repetido, sin esta transmutación, sólo es el espíritu de la vid que entra en nosotros, toma posesión de nosotros y nos volvemos alcohólicos, poseídos por el espíritu de la vid que, poco a poco, controla nuestra voluntad y nos vuelve dependiente de él. Es mediante los ritos que podemos provocar su transmutación en un espíritu benéfico del reino vegetal. La conciencia de la continuidad entre el mundo sutil de los espíritus y su encarnación en los seres vivientes constituye la base del saber de los shamanes. Desde el alba de la humanidad, los shamanes observaron que algunas sustancias que provienen de plantas, hongos, insectos, permitían el desarrollo de estados extáticos por los cuales los seres sutiles representados penetraban dentro de los organismos humanos, eventualmente se encamaban en nuevas formas de vida y se posesionaban de individuos quienes, a veces, se volvían sus esclavos. Es esencial entender esta relación entre ciertas sustancias y los espíritus sutiles cuyas estructuras encaman, si buscamos analizar el funcionamiento de sustancias que llamarnos hipnóticas y que siempre desempeñaron, en todas las religiones, un papel importante para las percepciones de mundos extra-sensibles y el desarrollo de ciertas formas de conocimiento y de realización espiritual así como la obtención de estados beatíficos. Todas las religiones utilizaron ciertas drogas para permitir al individuo superar su animalidad aún cuando este uso se volvió puramente simbólico como el vino en el ritual cristiano. En India, el Bhang, bebida de cáñamo indio que reemplazó al Soma védico, juega un papel importante en el desarrollo de las percepciones de los Yogis y las visiones de los místicos. Las experiencias que permiten el contacto con seres sutiles y el desarrollo de ciertas facultades son parte del acercamiento a lo sobrenatural y deben ser estrictamente controladas mediante los ritos que determinan sus límites. La meta es ampliar nuestras posibilidades de conocimiento y no transformarse en campos de influencia de los espíritus interesados. En India, la ceremonia del Bhang se desarrolla así: durante una reunión de algunos adeptos, la hoja se machaca entre dos piedras y se enjuaga con abundante agua, lo que permite extraer los elementos nocivos. Se prepara una bebida con leche de almendras, mezclándole el equivalente de una gruesa oliva de Bhang que cada uno ingiere con con ropas limpias. Se reúnen de nuevo y, al cabo de aproximadamente respeto. Luego, los participantes se separan; toman un baño y se visten dos horas, el espíritu del Bhang se manifiesta, creando un estado de euforia y percepciones acrecentadas, seguido de una somnolencia durante la cual se percibe un largo corredor luminoso con maravillosos colores, llevando a visiones celestiales. Esta visión es singular a la percibido por algunos al momento de la muerte. Pero el Bhang nunca provoca la muerte y, poco a poco, el espíritu se reúm, satisfecho de la acogida que le ha sido otorgada, dejando al recipiente en un estado de paz y feli(idad que puede durar varios días. Los Yogis que toman dosis masivas de bhang llegan a percibir la estructura del Cosmos y de la materia así como el esplendor de los mundos celestiales. Pero no se debe alterar su letargo sino se arriesgan a graves perturbaciones mentales y dificultades de readaptación. La práctica de fumar el cáñamo es fuertemente desaconsejada en India. Los elementos tóxicos no son eliminados y el espíritu del cáñamo invitado mientras uno sigue con otras actividades es molestado y ultrajado. Tiende entonces a implantarse, creando una insatisfacción que provoca adicción y corresponde a una posesión de la cual uno se puede librar sólo con un ritual de exorcismo en el que, venerando el espíritu del bhang, se le convence de abandonar a quien se volvió su víctima. El fenómeno de adicción a ciertas drogas es en realidad un fenómeno de posesión que sólo se puede tratar mediante procedimientos de exorcismo. Es mediante el uso ritualizado y controlado de las drogas hipnóticas que se puede apaciguar al espíritu interesado y liberar al ser viviente posesionado luego de invitaciones y de comuniones que no tomaban en cuenta su papel sagrado. Los espíritus del cáñamo, del tabaco, de la amapola, de la coca, son divinidades amigas del hombre y que permiten suavizar su sufrimientos y abren para él las puertas de los mundos sutiles; su prohibición como su uso irracional son igualmente erróneos y provocan la malevolencia de las divinidades ultrajadas. Toda la farmacopea está vinculada a la presencia en algunas plantas de fórmulas vitales que corresponden a ciertos espíritus. Su uso debe entonces ser prudente y cauto. Muchas veces son venenos que matan en dosis altas y curan cuando se emplean con mesura. La Datura, flor sagrada del dios Shiva, maestro de la vida y de la muerte, que provoca estados de éxtasis, es también un veneno mortal. Las epidemias son manifestaciones de espíritus sutiles que tienen como finalidad restablecer el equilibrio de las especies. La peste, el cólera, el tifo, la tuberculosis, hoy en día el Sida, deben ser considerados como divinidades que se pueden invocar mediante rezos y rituales. Sin embargo, es necesario que esas invocaciones se dirijan al espíritu interesado y es ahí donde se debe conocer los ritos eficaces. He visto casos de viruela considerados desahuciados por los médicos modernos ser curados mediante ceremonias rogativas, utilizando la repetición de fórmulas mágicas, ofrendas de incienso, de flores, de agua y frutas y del jugo de ciertas plantas sagradas a la diosa de la viruela. Es a causa de su incomprensión de la realidad del mundo sutil que el materialismo moderno se volvió su víctima.
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