¿Consumieron drogas las poblaciones prehistóricas de Europa? (I)

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Elisa Guerra Doce
Doctora en Prehistoria
Universidad de Reading, Reino Unido

 

El consumo de drogas en Europa es una práctica muy antigua que a la vista de ciertas evidencias habría que remontar a la Prehistoria. Se han recuperado restos arqueobotánicos de vegetales psicoactivos en varios yacimientos arqueológicos, se ha podido detectar la presencia de alcaloides de drogas en artefactos prehistóricos y sus metabolitos en huesos humanos, y varias representaciones artísticas de carácter ritual incluyen imágenes de drogas vegetales entre sus diseños. Todo ello nos lleva a pensar que las comunidades prehistóricas de Europa hicieron uso de drogas y a situar su consumo en un contexto ritual a la vista de la recurrente presencia de estas sustancias en tumbas y lugares ceremoniales.

Introducción

A mediados del siglo XIX un grupo de mineros descubrieron la entrada a una gruta en la localidad granadina de Albuñol y decidieron explorar su interior. Cual no sería su sorpresa cuando se toparon con varias decenas de cadáveres cuidadosamente dispuestos que habían sido depositados allí mucho tiempo atrás, como permitía sospechar la apariencia antigua de las ofrendas funerarias colocadas junto a los cuerpos. Los pormenores del descubrimiento de esta cavidad, conocida como Cueva de los Murciélagos, aparecen recogidos en la obra Antigüedades Prehistóricas de Andalucía (Góngora 1868) donde se nos informa que entre las piezas de ajuar fúnebre se recuperaron, a modo de símbolo del sueño o de la muerte, un gran número de cápsulas y semillas de adormidera (Papaver somniferum), planta de la que se extrae el opio, aunque no es posible precisar si aquellas gentes hicieron uso de sus propiedades narcóticas. Gracias al estudio tipológico de los materiales y del análisis de ciertas muestras con la técnica del Carbono 14 puede atribuirse ese hallazgo al Neolítico y fecharse entre mediados del VI y finales del IV milenio AC.

Otras evidencias que sugieren el empleo de drogas por parte de las antiguas poblaciones de Europa se han ido sumando a la de Albuñol. Disponemos de un gran número de restos arqueobotánicos de vegetales con propiedades psicoactivas recuperados en el transcurso de excavaciones arqueológicas; se ha detectado la presencia de alcaloides de drogas y sus metabolitos en artefactos prehistóricos y restos humanos, respectivamente; conocemos algunas representaciones artísticas de cronología prehistórica en las que se han plasmado vegetales con estas propiedades; y, por último, varios pasajes de autores grecolatinos hacen referencia al empleo de ciertas drogas con diversos fines. Todo ello invita a pensar que las poblaciones prehistóricas de Europa albergaron este tipo de prácticas, las cuales habría que situar en contextos rituales. De hecho, el consumo de alucinógenos está muy bien documentado en el seno de muchos pueblos primitivos actuales quienes les consideran regalos de los dioses ya que les sirven para ponerse en contacto con las divinidades y de ahí que se requiera su empleo en cualquier ceremonia religiosa (Furst, 1972; 1980; Harner, 1976; Ott, 1996; Schultes y Hofmann, 1982).

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¿Cuándo se inició el consumo de drogas en Europa?

Durante varios miles de años, el hombre basó su subsistencia en la recolección de frutos silvestres, el carroñeo, la caza y la pesca, lo que le obligó a establecer un estrecho contacto con la naturaleza por lo que no es de extrañar que pronto descubriera las propiedades psicoactivas de la flora y fauna de su entorno. Parece probable, entonces, que el primer contacto con las drogas se remonte a los albores de la humanidad aunque, por el momento, las evidencias en este sentido para el Paleolítico no sean del todo concluyentes (Guerra 2005). A partir del Neolítico, en cambio, disponemos de testimonios mucho más sólidos. Contamos con el hallazgo de restos de vegetales con propiedades psicoactivas en yacimientos arqueológicos de esta época (Guerra e.p.; Juan-Tresserras 2000) aunque debemos recalcar que la mera presencia de este tipo de plantas no debe interpretarse en todos los casos como una prueba de su empleo como drogas ya que pudieron utilizarse con otros fines, e igualmente puede ser el resultado de un hecho casual (la acción de animales, una contaminación posterior, etc.)

Los restos más antiguos de adormidera (Papaver somniferum) se remontan al VI milenio AC como los recuperados en yacimientos neolíticos del centro de Italia (La Marmotta) y España (La Lámpara, en Soria; Cueva de los Murciélagos de Zuheros, en Córdoba) y algo después en otros enclaves hispanos (Cueva de los Murciélagos de Albuñol, en Granada; Cueva del Toro, El Torcal, Antequera, Málaga) y del Centro y Norte de Europa. Por ello no sorprende que pronto se descubrieran las propiedades narcóticas de su látex. Se han detectado opiáceos en los esqueletos de dos individuos masculinos adultos enterrados en las minas neolíticas de Can Tintorer (Gavà, Barcelona) en el IV milenio A.C. El hallazgo de restos de una cápsula de adormidera entre las piezas dentales de uno de ellos motivó la puesta en marcha de un estudio para detectar el consumo de opio entre los individuos inhumados en la cavidad, deparando resultados positivos en el caso de ese mismo esqueleto, que también presentaba una doble trepanación, y de otro con indicios de estrés ocupacional; por el contrario no se pudieron detectar restos de opiáceos en los esqueletos de una niña y una mujer, sin que por el momento se pueda precisar si el consumo de opio en este yacimiento era un privilegio exclusivo de los varones adultos, ni tampoco si su empleo guarda relación con el duro trabajo en la mina o con prácticas medicinales (Juan-Tresserras y Villalba 1999).

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La presencia de Cannabis queda atestiguada desde el III milenio a.C., fundamentalmente a través de restos textiles (Abrigo de los Carboneros, Murcia; Kerbors, Francia) aunque ciertos hallazgos permiten sospechar la explotación de sus propiedades euforizantes y estupefacientes. El descubrimiento de semillas carbonizadas de Cannabis en un cuenco polípodo depositado en una tumba (kurgan) en la localidad rumana de Gurbane?ti hacia el III milenio A.C. indica que esta pieza pudo servir como brasero para quemar marihuana (Sherratt, 1991) y que intencionadamente seleccionaron ejemplares hembra para este fin.

Varios enclaves neolíticos del Norte de Europa han deparado restos de cornezuelo de centeno (Claviceps purpurea), un hongo parasitario de los cereales con potentes componentes psicotrópicos, modernamente sintetizados para obtener L.S.D. También se han recuperado restos de ciertas especies de la familia de las Solanaceae con efectos alucinógenos caso del beleño (Hyoscyamus niger), la hierba mora (Solanum nigrum) y la dulcamara (Solanum dulcamara). No obstante creemos que seguramente se explotarían otras muchas especies con propiedades similares que crecían libremente en el continente europeo, por ejemplo, la belladona (Atropa belladona), la mandrágora (Mandragora autumnalis), el acónito (Aconitum napellus), la efedra (Ephedra sp.), la ruda siria (Peganum harmala), la seta matamoscas (Amanita muscaria) y otros muchos hongos visionarios. Insistimos en que la mera presencia de estos vegetales en los yacimientos prehistóricos no indica necesariamente su empleo como drogas aunque en algunos casos los hallazgos no ofrecen dudas al respecto. Así por ejemplo, en la cueva sepulcral del Calvari d´Amposta, en Tarragona, uno de los vasos cerámicos allí depositados, decorado según los patrones del Campaniforme Marítimo, albergaba en su interior trazas de una bebida fermentada de cereales en la que se detectó la presencia del alcaloide hiosciamina (Fábregas 2001). Podría tratarse del residuo último de una cerveza en la que se hubiera disuelto alguna planta de la familia de las Solanaceae, quizás beleño, con el fin de obtener una bebida alucinógena que se habría consumido en el transcurso de las ceremonias funerarias allí celebradas hacia el III milenio AC.

Todas estas evidencias permiten defender la existencia de un consumo de drogas en Europa ya desde el Neolítico pudiendo fecharse con seguridad esta práctica hacia el IV milenio A.C. (Can Tintorer) aunque no descartamos que en el futuro se produzcan nuevos hallazgos que lleven a momentos anteriores de la Prehistoria. Además, muchas veces estas drogas vegetales y ciertos instrumentos que pudieron servir para su manipulación y consumo se han recuperado en contextos funerarios y rituales lo que ha llevado a defender que estas sustancias pudieron jugar un destacado papel en las creencias religiosas de las comunidades prehistóricas sirviendo como vehículos para alcanzar el éxtasis con fines rituales (Guerra 2005; Sherratt 1987; 1991; 1995).

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Referencias bibliográficas

GÓNGORA Y MARTÍNEZ, M. DE. 1868. Antigüedades Prehistóricas de Andalucía, monumentos, inscripciones, armas, utensilios y otros importantes objetos pertenecientes a los tiempos más remotos de su población, Madrid.

FURST, P. 1972. Flesh of the Gods. The Ritual Use of Hallucinogens. New York: Praeger Publications.

FURST, P. 1980. Alucinógenos y Cultura. México: Fondo de Cultura Económica.

HARNER, M. (ed). 1976. Alucinógenos y chamanismo. Madrid: Labor.

OTT, J. 1996. Pharmacoteon. Drogas enteógenas, sus fuentes vegetales y su historia. Barcelona: Los Libros de la Liebre de Marzo.

SCHULTES, R.E., HOFMANN, A. 1982. Plantas de los Dioses. Orígenes del uso de los alucinógenos. México: Fondo de Cultura Económica.

GUERRA DOCE, E. e.p. «Drogas y rituales funerarios en el Neolítico europeo», Actas del III Congreso del Neolítico en la Península Ibérica (Santander, del 5 al 8 de octubre de 2003).

JUAN-TRESSERRAS, J. 2000. «La arqueología de las drogas en la Península Ibérica. Una síntesis de las recientes investigaciones arqueobotánicas», Complutum, 11: 261-274.

JUAN-TRESSERRAS, J. y VILLALBA, M.J. 1999. «Consumo de adormidera (Papaver somniferum L.) en el Neolítico Peninsular: el enterramiento M28 del complejo minero de Can Tintorer». Actes del II Congrés del Neolític a la Península Ibèrica. Saguntum-PLAV, Extra-2: 397-404.

FÁBREGAS VALCARCE, R. 2001. Los petroglifos y su contexto: un ejemplo de la Galicia meridional. Vigo: Instituto de Estudios Vigueses.

GUERRA DOCE, E. 2005. Las drogas en la Prehistoria. Evidencias arqueológicas de los orígenes del consumo de sustancias psicoactivas en Europa. Barcelona: Bellaterra.

SHERRATT, A. G. 1987: «Cups that cheered», en W.H. WALDREN y R.C. KENNARD (eds.): Bell Beakers of the Western Mediterranean. Definition, Interpretation, Theory and New Site Data, The Oxford International Conference, 1986, B.A.R. International Series, 331: 81-114.

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SHERRATT, A.G. 1995. «Alcohol and its Alternatives: Symbol and substance in pre-industrial cultures», en J. GOODMAN, P. E. LOVEJOY y A. SHERRATT (eds.): Consuming Habits: Drugs in History and Anthropology. Routledge: London and New York. 11-46.

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