Concluimos el artículo de Hofmann que comenzamos hace dos entregas. El ololiuqui, droga utilizada desde tiempos inmemoriales por los indios de Centroamérica, contiene alcaloides similares a los del cornezuelo del centeno, lo que le concede unos efectos similares a los de la LSD.
LSD, la medicina del doctor Albert Hofmann
Pioneros de la coca y la cocaína
Con los hallazgos acerca de esta droga mágica mexicana, el estudio de Hofmann sobre las drogas enteogénicas quedaba redondeado en forma de círculo. Había comenzado por los alcaloides del ergot con objetivos farmacológicos y se topó con la LSD, la cual le llevó a la síntesis de la psilocina y la psilocibina a partir del teonanacatl tras leer un artículo de Gordon Wasson en la revista Life1. Finalmente, al trabajar con otra sustancia mexicana, el ololiuqui, se reencontró con los alcaloides del cornezuelo -el primer objeto de su investigación-, con lo que el ciclo quedaba completado.
Hofmann falleció el 29 de abril de 2008, por lo que acaba de cumplirse el primer aniversario de su muerte. En los artículos de los meses pasados hemos hablado sobre sus contribuciones al mundo de la química y las sustancias psicoactivas. La mejor forma de homenajearle es ofreciendo la breve autobiografía que él mismo escribió para que fuera leída en su funeral. Pueden leerla a continuación del artículo.
Parte final del artículo de Hofmann2
También se aislaron los siguientes alcaloides menores: amida y 1-hidroxietilamida del ácido isolisérgico, chanoclavina, elimoclavina y lisergol. Las semillas de Ipomoea violacea, una convolvulácea, contenían los mismos alcaloides, con la diferencia de que había ergometrina en lugar de lisergol. La presencia de alcaloides del ergot en las plantas superiores, en la familia de las convolvuláceas -pertenecientes a la división de las fanerógamas- resultó sorprendente y de especial interés desde el punto de vista fitoquímico porque los alcaloides del ácido lisérgico hasta entonces sólo se habían aislado a partir de géneros de hongos inferiores: Claviceps, Penicillium y Rhizopus. Mucho antes de que supiéramos que forma parte de una droga mágica mexicana, la amida del ácido lisérgico -principal componente del ololiuqui- había sido probada farmacológica y clínicamente con la denominación de LA-111, en el transcurso de nuestras investigaciones sobre la LSD y los compuestos relacionados con ella. Las investigaciones clínicas sistemáticas mediante autoexperimentos y ensayos comparativos con la amida del ácido lisérgico (nombre codificado de laboratorio: LA-111) revelaron efectos psicotomiméticos significativamente diferentes a los de la dietilamida del ácido lisérgico (LSD-25). Los síntomas, tras la ingestión oral de una cantidad de 1 a 2 miligramos de LA-111, fueron: indiferencia, disminución de la actividad psicomotora, cansancio, sensación de vacío y deseo de dormir. La amida isolisérgica produce síntomas similares. Tras tomar 2 miligramos de amida isolisérgica por vía oral experimenté cansancio, apatía, sensación de vacío mental y falta de realidad y de sentido del mundo exterior. Estos experimentos comparativos mostraron que los componentes psicotomiméticos del ololiuqui son de veinte a cuarenta veces menos activos que los de la LSD, y que el cuadro general de la actividad se caracteriza por un componente depresivo y narcótico muy pronunciado.
Pasemos ahora al último tema. Describiré brevemente algunas propiedades comunes de la estructura química de los alucinógenos de los que ya he hablado. La comparación de sus estructuras pone de manifiesto su relación con la estructura de ciertas sustancias neurotransmisoras. Esto, ciertamente, no es una mera coincidencia, sino de la mayor relevancia. La mescalina, al ser una feniletilamina, está relacionada estructuralmente con los neurotransmisores norepinefrina y epinefrina. La LSD y los componentes del ololiuqui, así como los principios activos de las setas alucinógenas -psilocibina y psilocina-, son indoles: derivados de la triptamina, hablando en términos más precisos, lo mismo que el neuromodulador serotonina. Debido a esta relación estructural de los alucinógenos con la norepinefrina y la serotonina, es probable que la actividad psicotomimética se deba a una interacción entre estas sustancias en el sistema nervioso central. La investigación sobre las relaciones entre los neurotransmisores y los alucinógenos es un aspecto muy gratificante de los estudios psicofarmacológicos.
Como yo soy químico, he explicado principalmente los aspectos químicos, fitoquímicos e históricos del descubrimiento de la LSD y la investigación sobre alucinógenos naturales. Los efectos farmacológicos y clínicos son de la mayor importancia, lo cual convierte a la LSD y los otros enteógenos en una valiosa herramienta para la psiquiatría experimental y en una gran ayuda farmacológica para el psicoanálisis y la psicoterapia. Otro aspecto de los psiquedélicos -especialmente de la LSD- con gran impacto social es, por supuesto, el uso paramédico y la mala utilización de estas sustancias. Pero este problema tan complejo supondría dedicar otro artículo, o incluso toda una serie de conferencias.
El propósito de este escrito ha sido narrar un ciclo de investigación química poco usual y lleno de coincidencias, una especie de círculo mágico que comenzó con la síntesis de varias amidas del ácido lisérgico y el descubrimiento de la extraordinaria potencia psicotomimética de la dietilamida del ácido lisérgico (LSD), lo cual llevó a la investigación de las setas sagradas mexicanas y la síntesis de la psilocibina, y concluyó con el ololiuqui, en el que descubrimos de nuevo las amidas del ácido lisérgico, con lo que se cerró el círculo. (Fin del artículo).
Autobiografía de Albert Hofmann3
Volviendo la vista atrás, supongo que la constelación de estrellas -o lo que sea que pueda determinar el destino de nuestras vidas- predijo buena suerte cuando vi la luz del día, el 11 de enero de 1906, en Baden, Cantón de Argovia. Mi padre, Adolf Hofmann, y mi madre, Elisabeth -de apellido Schenk de soltera- se conocieron en Münchenstein, cerca de Basilea, donde mi padre trabajaba como cerrajero para una de las sucursales de la empresa de ingeniería eléctrica Brown-Boveri. Poco tiempo después le trasladaron a las oficinas centrales de Baden. Aunque ascendió rápidamente hasta llegar al puesto de oficial en la sección de producción de herramientas -y de maestro después-, nuestra familia se vio obligada a llevar un estilo de vida modesto porque los ingresos eran bajos en aquella época, incluso para un empleo de esa clase. Junto con mi hermano menor y mis dos hermanas pequeñas, tuve una infancia no exenta de problemas, pero en general bastante feliz.
Mi primer recuerdo de niñez es la imagen de un gran árbol de bayas en el jardín, lugar al que mi madre solía llevarme en brazos. Otra imagen es la de muchas personas en la calle, de noche, señalando excitadas al cielo porque estaban contemplando un cometa. Se trataba del cometa Halley, en el año 1910. Otro recuerdo que conservo es el día en que nos mudamos de la calle Schönau a la calle Martinsberg. Yo me encontraba en la parte delantera de la casa, sujetando a mi hermano y observando el nuevo barrio, donde había muchos árboles serbales, con sus hojas doradas, bajo el sol otoñal. Allí vivimos entre mis cinco y mis diez años de edad, al pie de la colina que sostenía los restos del castillo de Stein. En la otra parte de la calle había una casa-granja, junto con una herrería y un almacén de carretas. Yo jugaba allí con los hijos del granjero y permanecía en el establo mientras ordeñaban las vacas. Montaba con ellos en carros tirados por bueyes o caballos, y nos dirigíamos a los prados donde pastaban los animales. Les ayudaba a preparar heno, y en otoño subíamos a Allmend, por encima de Baden. Allí arriba se podía escuchar el ruido lejano de armas que provenía de Alsacia; eran los años de la Primera Guerra Mundial. También pasaba mucho tiempo en la herrería, observando cómo el herrero calzaba los caballos y colocaba argollas al rojo vivo en las ruedas de las carretas. La zona de las ruinas del castillo de Stein era un estupendo lugar de juego para los niños. Aún recuerdo a mi madre llamándonos a gritos por la ventana de la cocina, para que fuéramos a comer o cenar, cuando nos olvidábamos de la hora mientras jugábamos en las ruinas. El camino hacia el colegio, que pasaba por el viejo puente y los callejones de la parte antigua de la ciudad, siempre me trae gratos recuerdos.
(Continuará)
1. El artículo de Wasson puede leerse en versión española en http://www.imaginaria.org/wasson/wasson.htm
2. Título original del artículo: «The discovery of LSD and subsequent investigations on naturally occurring hallucinogens», incluido en Discoveries in Biological Psychiatry, ed. de F. J. Ayd & B. Blackwell, G. B. Lippincott Company, Philadelphia/Toronto, 1970; pp. 91-106. Traducido al español con autorización de Rick Doblin.
3. Versión en español de la autobiografía de Albert Hofmann, que escribió para ser leída en su funeral. En el boletín de MAPS (http://www.maps.org; volumen XVIII, número 2, verano 2008) se publicó una traducción al inglés, realizada por Elisabeth Riccabona. Andreas Hofmann, hijo de nuestro ilustre químico, nos envió otra versión en inglés, traducida por Uschi Schueller.