Continuamos con la biografía de Shulgin y llegamos al momento cumbre de su carrera, cuando sintetiza la metilendioximetanfetamina, popularmente conocida como MDMA, “M”, “cristal” o “éxtasis”.
Por Juan Carlos Ruiz Franco (shulgin.es)
Dijimos en la entrega anterior que Shulgin abandonó su puesto en Dow Chemical el año 1966 para establecerse por su cuenta como químico investigador. Aunque en los inicios de su carrera utilizó —como es habitual— animales de laboratorio para probar las sustancias, ya desde el comienzo de su labor en solitario decidió ensayar los compuestos en sí mismo, comprobar los efectos físicos en su cuerpo y atender introspectivamente a cualquier posible modificación mental. Siempre empezaba administrándose una dosis prudente, y si esa primera cantidad no surtía efecto la iba incrementando progresivamente hasta lograr una descripción de las acciones del compuesto a distintos niveles. De este modo, desarrolló un procedimiento de asignación de símbolos para describir la intensidad de las experiencias —muy conocido por los psiconautas— utilizando los signos “+” y “-”.
Cómo clasifica Shulgin las sustancias según su intensidad
Nivel –. Cuando Shulgin asigna un “-” a una droga es porque no produce efecto de ningún tipo. Las sensaciones físicas y mentales del sujeto son las mismas que antes de ingerir la droga.
Nivel ±. Cuando otorga este signo es porque se detecta cierta modificación respecto al estado normal, pero no se sabe con seguridad si se debe a la sustancia o no. Bien pudiera tratarse de la imaginación del sujeto o del efecto placebo.
Nivel +. Existe un efecto real y se puede medir su duración, pero no se puede decir nada sobre el carácter de la experiencia. Pueden aparecer ciertos signos físicos como náuseas, vómitos, mareos, inquietud, pero desaparecen en el transcurso de la primera hora.
Nivel ++. Hay un efecto innegable producido por la droga y se puede evaluar su duración y su naturaleza, aunque las facultades cognitivas se conservan intactas. Cuando se alcanza este nivel, Shulgin intenta clasificar la sustancia y se la ofrece a su mujer, Ann, para que ella también la valore.
Nivel +++. Es la intensidad máxima posible de una sustancia. En este nivel se puede describir el patrón cronológico de su acción: los primeros síntomas, la fase de transición, la meseta y la bajada. Las facultades cognitivas se alteran considerablemente. Después de dársela a probar a Ann, comparten la experiencia con lo que Shulgin llama su “grupo de investigación”, compuesto por unos siete amigos íntimos al principio de su carrera y por once en los últimos años, ninguno de los cuales ha sufrido nunca daño físico o mental, aunque sí momentos pasajeros de malestar. De este modo ha evaluado más de cien sustancias psicoactivas, algunas de las cuales han demostrado tener gran valor terapéutico.
Nivel ++++. Es una categoría especial, en el sentido de que no consiste en una acción más potente que la del nivel anterior, sino que se trata de una “experiencia cumbre” —en términos de Maslow— de carácter cualitativo, no cuantitativo: una experiencia mística inolvidable y que conlleva algún tipo de cambio vital en el sujeto.
La historia de la MDMA
Dijimos en la entrega anterior que Shulgin sintetizó MDMA por primera vez en 1965, y que en 1967 el comentario de una estudiante renovó su interés por ella. Esta sustancia se produjo por primera vez en 1912, en los laboratorios de la compañía farmacéutica Merck. El objetivo no era conseguir un anorexígeno —un supresor del apetito—, como puede leerse en algunos sitios. Una posible explicación de la incorrecta asociación de la MDMA con los anorexígenos —dejando a un lado el típico sensacionalismo de la prensa amarilla, siempre interesada en asociar las sustancias psicoactivas con cosas negativas— es que la MDA, un análogo suyo, fue estudiada como potencial antidepresivo y supresor del apetito entre 1949 y 1957. El verdadero propósito de Merck era sintetizar sustancias hemostáticas (coagulantes de la sangre) similares a la hidrastinina, cuya patente ostentaba una empresa competidora. Los doctores Walter Beckh y Otto Wolfes pensaron que la metilhidrastinina, un análogo metilado, sería igual de efectiva, y encargaron la tarea al doctor Anton Köllisch. El nuevo fármaco demostró su eficacia, fue ensayado en humanos y se patentó el 24 de diciembre de 1912. La especificación de la patente describía con ejemplos las reacciones químicas del proceso de producción a partir de distintos compuestos básicos. En uno de esos ejemplos se mencionaba la fórmula de la MDMA (sin designarla con ningún nombre) como uno de los numerosos productos intermedios obtenidos, citando alguna de sus propiedades químicas y su síntesis mediante la adición de ácido hidrobrómico al safrol. Posteriormente, en el informe anual de la compañía aparecía con el nombre de “metilsafrilamina”.
Todas esas reacciones intermedias se incluyeron en la patente de la compañía Merck, y la MDMA no se volvió a mencionar durante quince años. En 1927 la compañía mostró su interés por sustancias similares a la adrenalina y la efetonina, y el doctor Max Oberlin realizó los primeros tests farmacológicos con la MDMA, observó el parecido entre su estructura y la de las dos sustancias mencionadas y la llamó “safrilmetilamina”. Nada más se hizo en aquella época con esta droga tan popular en nuestros días. Veinticinco años después, en 1952, el doctor Albert van Schoor consultó los archivos antiguos de la compañía y efectuó con la metilsafrilamina un ensayo toxicológico sin mayor trascendencia. Durante los años 1953 y 1954, en el contexto de los experimentos que realizaron la CIA y las fuerzas armadas estadounidenses con distintas drogas con el objetivo de obtener una sustancia útil en el interrogatorio de espías enemigos y como posible arma química, Hardman y colaboradores estudiaron los efectos tóxicos en animales de la MDMA, a la que se dio el nombre codificado de “EA 1475”. En 1959, el doctor Wolfgang Fruhstorfer ensayó con nuestra sustancia en su intento de obtener nuevos estimulantes. En 1960, dos químicos polacos, Biniecki y Krajewski, publicaron un artículo que describía su síntesis como producto intermedio.
El redescubrimiento de la MDMA por Shulgin
En 1965 Shulgin pasa a formar parte de la historia de esta droga (o tal vez sea al contrario, la MDMA entra en la biografía de nuestro ilustre químico). El caso es que ese año la sintetizó por su cuenta sin tener noticias de que nadie la hubiera probado en sí mismo. En 1967 es cuando el comentario de una estudiante reforzó su interés, pero durante varios años se limitó a ensayar con ella en privado, y sólo posteriormente la administró a otras personas y recopiló comentarios sobre sus efectos.
A pesar de no haberse publicado nada sobre sus propiedades, en 1970 se detectó la droga en Illinois y Chicago, y en 1972 se habló sobre ese consumo callejero en ciertos informes. Cuenta Shulgin en el Pihkal que, en aquellos primeros tiempos de la MDMA, un estudiante que tenía problemas de habla mostró un gran interés por ella y un tiempo después resolvió esas dificultades casi por completo gracias a sus beneficios. Fruto de sus experimentos, en 1976 ofreció una conferencia (“La psicofarmacología de los alucinógenos”) y en 1978 publicó un artículo en colaboración con David Nichols (“Caracterización de tres nuevos psicotomiméticos”), donde describió sucintamente las alteraciones emocionales y sensitivas que producía, y la comparaba con la marihuana, con una psilocibina desprovista de propiedades psiquedélicas y con dosis bajas de MDA.
En agosto de 1985 ofreció una presentación oral ante la Asociación de Toxicólogos de California, titulada “¿Qué es la MDMA?”, que luego publicó en forma de artículo. En ella afirmaba que es una sustancia psiquedélica, pero en un sentido distinto a como lo son la mescalina y la LSD, ya que no produce alteraciones visuales ni pérdida de control; en realidad es única en lo que respecta a su acción. También aseguraba que proporciona un breve período de apertura psíquica y ausencia de miedos que permite establecer un contacto especial entre el paciente y el psicoterapeuta: elimina todas las neurosis, hay una abrumadora sensación de paz y el individuo se siente a gusto con el mundo y con lo que le rodea. Bajo sus efectos, es difícil que alguien quiera cerrarse en sí mismo o ponerse a la defensiva.
En el Pihkal, después de describir el proceso de síntesis, narra algunas de sus experiencias. Antes de tomarla por primera vez le intrigaba que cada vez que preguntaba a alguien “¿Cómo es?”, la respuesta fuera “No lo sé”. Si preguntaba “¿Qué ocurre?” la respuesta era “Nada”. Al rato de ingerir sus primeros 100 miligramos entendió esas respuestas. Tampoco le ocurrió nada, pero es evidente que algo cambiaba. Antes de que se abriera completamente la “ventana”, tuvo algunos efectos somáticos, como por ejemplo sensación de hormigueo en los dedos y en las sienes. Poco después notó un ligero mareo, como cuando uno se excede con el alcohol. Todos esos síntomas desaparecieron en cuanto salió a dar un paseo. Su humor podía describirse como feliz, pero con la convicción de que algo importante iba a ocurrir. Notó cierta alteración en la percepción de la distancia y la perspectiva. Su visión, habitualmente mala, se agudizó. Contempló detalles de objetos lejanos que normalmente no podía ver. Después de pasar el período de máximos efectos, entró en un estado de relajación. Se daba cuenta de que podía hablar sobre asuntos íntimos con especial claridad, con un discurso excelente y un gran poder analítico.
En otra ocasión ingirió 120 miligramos y se sintió completamente limpio en su interior, con nada más que pura euforia, hasta el extremo de pensar que nunca había estado mejor. Ese estado se prolongó durante todo el día, e incluso el día siguiente. Además de estos ensayos personales, en el Pihkal añade comentarios sobre la práctica habitual, en los primeros años de su uso psicoterapéutico, de ingerir una dosis menor adicional cuando ya ha transcurrido hora y media de la experiencia, lo cual permite prolongar los efectos una hora más. Esto es algo que todos los psiconautas conocen a la perfección y que se conoce como “refuerzo”.
Los estudios sobre la tolerancia demostraron que, tras cinco días de consumo diario (120 miligramos el primer día y 160 miligramos los siguientes), no se obtenía ningún efecto excepto midriasis (dilatación de las pupilas). Seis días sin consumir MDMA ni ninguna otra droga similar permitieron revertir la tolerancia y volver a obtener los efectos originales. Lamentablemente, añade Shulgin, la inclusión de esta sustancia en la categoría I de la lista de drogas prohibidas imposibilitó realizar más estudios.
En un plano más personal y menos científico, podemos decir algo sobre la historia que cuenta Ann en el Pihkal. Cuando aún no era la señora Shulgin visitó a Sasha, quien le narró la historia de la droga y los maravillosos efectos que parecía producir en muchas personas, algunas de las cuales lograron cambiar su vida. También le relató la posibilidad de sufrir experiencias negativas, especialmente cuando alguien no deseaba tomarla. Decidieron tomar MDMA juntos, y la experiencia fue para los dos muy reveladora, especialmente para Ann.
En la próxima entrega seguiremos describiendo las aplicaciones terapéuticas de la MDMA. Como podrá notar el lector, hemos evitado deliberadamente el término “éxtasis”. Esto se debe a que nos repugna el amarillismo mediático tan propenso a las etiquetas sensacionalistas, pero también a que Shulgin, su padrino (pero no el padre, ya que no fue su creador) habría preferido que su apodo hubiera sido “empatía”.
(Continuará)
Bibliografía
– Freudenmann, Roland W y otros, “The origin of MDMA (ecstasy) revisited: the true story reconstructed from the original documents”, Addiction 101, 1241–1245.
– Shulgin, Alexander, “What is MDMA?”, Summer meeting of the California Association of Toxicologists, Sacramento, California, 3 agosto 1985.
– Shulgin, A & Nichols, David, “Characterization of three new psychotomimetics”. En: Stillman, R.C. & Willette, R.E. (eds.), The Pharmacology of Hallucinogens. New York: Pergamon, 1978.
– Shulgin, Alexander & Ann, Pihkal, Transform Press.