En el artículo de este mes seguimos tratando el tema de la meditación, abordando esta vez en la profundización de los estados alterados de consciencia hasta niveles poco habituales.
Por Psicotar
En el artículo del mes pasado (CM nº 79), se recalcó la importancia que tiene el disponer de una cierta práctica meditativa antes de incluir cualquier sustancia como coadyuvante. De hecho, el uso de sustancias a la hora de meditar es un tema un poco complicado de abordar.
El cannabis produce como efecto agudo un deterioro en la memorización a corto plazo (1), aunque en los estudios no se especifique si esto es por una alteración neurológica en los circuitos de la memoria o se debe simplemente a la alteración en la concentración. Sea como sea, el cannabis genera una alteración del normal estado de mente y cerebro que podría servir para entender el uso que se le ha dado en algunos contextos budistas como coadyuvante para la meditación.
El uso del cannabis a la hora de meditar tiene un fundamento enlazado con el propio hecho buscado en la meditación, que no es otro que el “dejar ir” las cadenas de pensamientos sin enredarse con ellos y, con esto, permitir que el estado de consciencia alcance una liberación de contenidos. Es algo así como dejar en blanco la pantalla mental donde se proyecta lo que estamos pensando.
El cannabis genera una activación diferente en el cerebro que estimula otras vías de representación alternativas a las habituales. Esto ha sido utilizado como medio por algunas escuelas budistas (2) y otras corrientes religiosas y de pensamiento, como en ciertas culturas de Oriente Medio, y Asia Central (3)
Técnicamente, meditar es posar la atención. Se medita posando la atención en algo sencillo que permita mantener una concentración constante, de forma que se entrena a la mente a entrar en un estado de máxima atención y claridad, permitiendo no enredarse con cualquier cosa y disponiendo así conscientemente de un “espacio mental de maniobra” antes de responder al mundo.
Por ello, personas que mediten y usen sustancias como el cannabis, deben tener claro el objetivo principal, que no es otro que el de liberar a los procesos mentales y liberar la mente de la cháchara. Hay que permanecer atento y perseverar, sobre todo al principio, ya que es muy fácil despistarse y perderse en las enredadas sendas del pensamiento.
Meditar parece fácil, y he ahí la trampa. Estamos habituados en la sociedad actual a funcionar de modo reactivo, es decir, actuando para solucionar todo tipo de situaciones y en bastantes ocasiones, de forma rápida. Esto genera una actitud respondiente, donde se establece que para cualquier estimulación se puede emitir una respuesta, entrando así de lleno en la tendencia a elaborar juicios, establecer opiniones, solucionar problemas, etc. Esto supone una adaptación al entorno por lo que, al menos en principio, parece ser un mecanismo adaptativo.
Pero sin embargo, esta forma de funcionar no parece estar más que trayendo constantemente problemas al ser humano, sobre todo observando las cifras de personas que padecen de malestar emocional y sobre todo, las cifras de supuestos trastornos aún por diagnosticar y tratar (4)
Este exceso de actuación supone una exigencia para el organismo y eso, mantenido de forma crónica, genera un grupo de problemas denominados en psicología “del espectro del exceso de activación”, que no es otra cosa que problemas por un desgaste psicofisiológico. Realmente hay que parar y preguntarse realmente de qué estamos hablando.
El estrés, cuando es excesivo en intensidad y duración, está directamente relacionado con muchos problemas de salud física, tales como enfermedades cardiovasculares, enfermedades digestivas, enfermedades autoinmunes, enfermedades metabólicas, etc (5)
No es casualidad que la gente pretenda tomarse las cosas con más calma entre otras cosas, porque uno mismo tiene mucho que decir y hacer ante las demandas del entorno, ya que el estrés no es un proceso automático que genere una reacción automática en el sujeto, sino que es un proceso transaccional que requiere de una interpretación y una valoración. Si el valora contar con recursos, es posible que no se active una respuesta negativa, pero si el resultado de la valoración es la percepción de que se carece de recursos u opciones de enfrentamiento, es bastante probable que se active un proceso negativo de estrés (6)
La meditación supone liberar la mente de las cadenas de pensamiento de forma que, eliminando temporalmente el contenido de la conciencia, se aprende a evitar también las activaciones emocionales que generan alteraciones en lo fisiológico y mental. Estas activaciones emocionales están asociadas a determinados contenidos mentales y suelen ser automáticas. Es decir, meditando logramos que ese automatismo que supone el pensar no vaya asociado a activaciones desagradables. Estas activaciones corporales experimentadas como sentimientos es lo que se denomina “marcador somático” y tiene una gran influencia en las decisiones y planteamientos que realizamos a diario.
Es por ello que resulta muy útil la práctica de alguna técnica que permita establecer un proceso de relajación y control del exceso de activación. Bien puede ser la meditación, respiración diafragmática, relajación muscular progresiva, entrenamiento autógeno, etc… lo importante es que la persona pueda controlar en un primer momento el exceso de activación, aunque lo ideal es que la persona desarrolle un nivel tal que no experimente exceso de activación ante las demandas del medio.
Para observar la dificultad de mantener la concentración en algo monótono, tal y como se propone al meditar, baste hacer este simple ejercicio:
– Sentarse cómodamente en una silla, con los pies apoyados en el suelo y las manos descansando en el regazo. Cerrar los ojos.
– Ir respirando con normalidad, sin tratar de modificar este proceso.
– Prestar la máxima atención y contar las exhalaciones, hasta llegar a 5 y comenzar de nuevo, repitiendo el ciclo. Si uno se pierde, vuelve a empezar desde el 1.
– Si se consigue no perderse, pasar a contar 8 respiraciones, comenzando de nuevo si nos perdemos.
Con este simple ejercicio nos podremos dar cuenta de lo complicado que es hacer de forma sostenida algo tan sencillo, ya que estamos habituados a mantener la concentración sobre algo cambiante, es decir, a mantener la concentración con un desarrollo. El mantener esta concentración ahí, en ese aparentemente simple proceso, permite a la mente liberarse de contenido, ya que la “pantalla mental de la conciencia” queda ocupada por un contenido determinado. Contenido, además, que no está asociado a otra respuesta del cuerpo que la relajación, con lo que además se está trabajando así mismo el proceso de desactivación de la respuesta emocional, el antes comentado “marcador somático”
El cannabis puede generar una alteración en ciertos circuitos y una elevada cantidad de descargas neuronales en determinados contextos, por lo que al usarse en la práctica meditativa se está buscando el favorecer la posibilidad de acceder al fondo del pensamiento. Recordemos que el pensamiento discurre a saltos, producidos por las intermitentes descargas de múltiples circuitos de neuronas, pero que se produce un fenómeno que favorece la sensación subjetiva de continuidad de pensamiento. El cannabis podría permitir acceder a la vivencia subjetiva de pensamiento de una manera diferente.
Como consecuencia de la alteración del proceso de la atención, el cannabis puede favorecer el “desenganche” de los pensamientos del foco de la consciencia. Se tendrían pensamientos, pero sería más fácil dejarlos ir, con lo que el beneficio de la meditación estaría actuando de manera facilitada. Además, esto anterior unido a la alteración producida en la concentración iría en la línea de evitar la ilación de pensamientos y así, la cháchara mental consecuente con éstos. No es casualidad que los meditadores budistas de algunas escuelas hagan uso del cannabis en sus prácticas meditativas.
Ahora bien, nosotros no recomendamos el uso de ninguna sustancia para practicar la meditación en fases iniciales de práctica. En este sentido, es más lógico el aprender primero a disciplinar la mente para permanecer en un punto concreto y, una vez logrado esto, si la persona desea probar de motu propio, trabajar siempre desde la referencia a la metodología antes señalada. Si no se ha desarrollado bien el método y adquirido una férrea capacidad de concentración el uso de cannabis es más probable que distorsione a que ayude. Y para el desarrollo de la adecuada capacidad de concentración necesaria para meditar sólo hay una vía: práctica, práctica y más práctica.
La diversidad de estados mentales a los que se puede llegar practicando la meditación asistida o no con cannabis es infinita. Es importante tener presente el necesario desapego y ecuanimidad respecto a estas vivencias, ya que lo que importa realmente no es acceder a tal o cual estado mental, sino trascenderlo y desapegarnos de él. Eliminando todo pensamiento de la mente alcanzaremos el estado en el que están todos los pensamientos. Al no tener forma podremos adquirir cualquier forma, al no establecer una etiqueta, podremos disponer de todas las etiquetas, al no tener nada que perder, nada perderemos y por ello, tendremos todo.
Insistimos en la necesidad de práctica, recuérdese el ejercicio de contar exhalaciones y la dificultad que plantea. El momento del día para meditar debe escogerse según el estado de activación de cada uno, aunque un buen momento puede ser por la mañana o a última hora del día. Es importante evitar momentos inmediatamente posteriores a comidas copiosas para evitar así la somnolencia.
El tiempo dedicado a practicar es algo variable, pero cuanto más, mejor. Se suele meditar en periodos de 20 – 30 minutos. La postura recomendada es sentado en una silla con el trasero en el borde del asiento, como si nos fuéramos a caer, para favorecer la postura de la espalda completamente recta.
Respecto al uso del cannabis, sería ideal que cuando comiencen sus efectos, la persona ya se halle meditando y en estado de profunda concentración, para así favorecer la transferencia y permitir la fluidez del proceso sin interrupciones.
Toda distracción que aborde la conciencia debe ser tomada como una llamada de aviso para volver a posar la atención sobre el ejercicio que tengamos en ese momento en desarrollo. Debe establecerse un círculo asociativo: concentración en el ejercicio à distracción à vuelta a la concentración.
No debemos preocuparnos si nos asalta la cháchara, lo que debe ser nuestro objetivo es practicar la vuelta al foco de atención, de forma que es posible que al principio pasemos casi todo el tiempo volviendo a posar la atención en el ejercicio ante las constantes distracciones. Cuando más practiquemos este volver a posar la atención, mejor lo haremos en las sucesivas ocasiones y por ello mejoraremos.
Cuando podamos establecer la concentración máxima sin distracción, haciendo simplemente lo que estamos tratando de hacer, podremos decir que la práctica empieza a arrojar resultados… pues la meditación sólo es andar cuando se pretende andar, cantar cuando se pretende cantar, sentir cuando se pretende sentir…
Deseamos a los lectores una fructífera práctica.
Nos despedimos hasta la próxima… salud y ¡buen viaje!
NOTAS
- http://200.21.104.25/culturaydroga/downloads/culturaydroga13(15)_7.pdf
- http://en.scientificcommons.org/6912983
- Nota Técnica de Prevención nº 355: Fisiología del estrés à