Continuamos con esta segunda parte del Calendario del recolector de plantas psicoactivas. En esta ocasión veremos como la península Ibérica es una unidad geográfica y climática que nos ofrece: Amanita muscaria, media docena de especies de setas que contienen psilocibina, y por último dos especies o variedades de cactus san Pedro de alto contenido en mescalina.
AMANITA MUSCARIA EN OTOÑO.
La inconfundible seta roja con verrugas blancas es recolectada en octubre o noviembre para fumar su piel seca, en pipa o en cigarrillo, y deleitarse así con su placentero efecto. Fumar sombreros secos carece de efectos indeseados mientras que comerlos o beber el líquido filtrado de su infusión puede producir en algunos casos náuseas, vómitos, diarrea, tics y pequeños espasmos musculares. Ingerir más de 5 gramos de setas secas puede provocar caídas en un ataque de semisueño con delirios o de sueño profundo repentino en forma comatosa. Esto significa que es difícil o imposible despertar hasta pasadas ocho horas o más.
Crece en todos los bosques otoñales de Eurasia y América, aunque prefiere asociarse a las raíces del abedul y el pino negro, también crece a veces bajo robles, hayas, avellanos, abetos y jaras. Antes salía durante el mes de octubre, ahora con el calentamiento del clima salen en noviembre. Aunque perdura el mito de que las mejores Amanitas son las de abedul y montes de gran altura, las mejores que hemos probado crecían bajo avellanos en un monte bajo cercano al mar. Los mitos y leyendas siberianos son muy ricos, pero de escasa aplicación en nuestra Ibérica península.
Tanto en los montes vascos como en el Pirineo, hemos recolectado kilos de Amanita muscaria, pero hay más localizaciones. Hay una comarca en León, Laciana, con catorce mil hectáreas de abedules, una extensión similar a catorce mil campos de balompié. Josep M. Fericgla, en su libro sobre la Amanita muscaria: “El hongo y la génesis de las culturas” habla de uno de los pocos abedulares catalanes en un lugar de la Cerdanya llamado Martinet (municipio de Montellá), donde salen con gran abundancia. El problema es el imprescindible secado rápido de los sombreros; de lo contrario se pudrirán en pocas horas. Además durante el secado el ácido iboténico se transforma en muscimol, mucho más potente y psicodélico.
SETAS CON PSILOCIBINA EN OTOÑO.
En todos los montes vascos y montes Pirineos crecen dos especies muy similares, con un alto contenido de psilocibina: Psilocybe semilanceata (sin nombre común castellano pero si en vasco: Sorgin zorrotz, bruja aguda), y Psilocybe hispanica, descubierto en 1998 por nuestro amigo Ignacio Seral en el pirenaico valle del Tena (Huesca). Crece desde primeros de octubre hasta finales de noviembre en montañas de 1700 metros de altura o más.
El semilanceata comienza ahora a cultivarse de forma casera con éxito, y es el más ubicuo: muy abundante en prados y campos de toda Europa, Norteamérica, Sudáfrica y Tasmania (Australia). Este psilocybe cosmopolita crece sobre todo en las pistas de esquí, y donde la hierba está más verde, cerca pero no sobre las boñigas de caballo. Sólo dos micólogos afirman haberlo visto en Galicia.
Es un hongo muy pequeño, su sombrero es muy puntiagudo y mide 1 cm de diámetro y 1,5 de altura. La punta del sombrero es como un pezón o pico. El semilanceata es de color amarillo pálido, diminuto y uniforme. Como el sombrero es del todo vertical, las laminillas también lo son y aunque de color blanco crema, se vuelven ahumado purpúreas (Becker 1989).
El pié (“tallo”) es delgado y alto, unos 2 o tres mm de grosor y 8 a 12 cm de altura. Es primero macizo, después hueco, ondulado, tenaz y amarillo pálido con una cortina muy débil del mismo color y fugaz. En España es escasa en las llanuras pero muy abundante en los prados de montes y montañas
El Psilocybe strictipes es tan parecido al semilanceata que antes se le llamaba Psilocybe semilanceata variedad obtusa o microspora. Sólo se diferencian al microscopio, ambos son equipotentes e igual de abundantes. También se le llama Psilocybe callosa y azulea tras ser cortado, como todos los psilocibios.
El Psilocybe gallaeciae, muy potente, es parecido a varias especies mexicanas del género Psilocybe, y muy abundante en la zona litoral de Galicia y norte de Portugal, sobre suelos arenosos. Azulea por abajo, sabe amargo y es más oscuro que el semilanceata, con un sombrero más extendido y un pezoncillo chato.
El Psilocybe cyanescens contiene un 0,81 a 2% de psilocibina (hongos secos), pero es muy raro y sólo ha sido visto una vez en España. Es nativo de Norteamérica y Europa central y con toda probabilidad habrá llegado hasta aquí por accidente o contaminación. Es fácil de reconocer por sus sombreros ondulados, pero cuidado con su hábitat: crece en suelos llenos de hojas, y trozos de madera podrida, como la mortal Galerina marginata, que afortunadamente no se le parece en nada. El cyanescens azulea mucho.
El Panaeolus subbalteatus es común y contiene un 1,16% de psilocibina, pero es coprófilo (se alimenta de madera en descomposición), y su imagen puede recordar a la venenosa Galerina rebordeada, también coprófila. Así que es mejor no enredar con esta especie si no vais acompañados por un experto micólogo. Recordad que entre las pequeñas setas de pradera No hay ninguna venenosa, en cambio entre las coprófilas hay setas mortales como la Galerina marginata (galerina rebordeada). ¡Al lorito, recolectores!.
CACTUS SAN PEDRO AL FINAL DEL VERANO EN EL MEDITERRÁNEO.
Si, este cactus de origen sudamericano (Perú, Bolivia, Ecuador, norte de Argentina) se ha naturalizado en las zonas costeras del Mediterráneo, desde Gerona hasta Cádiz, y puede verse creciendo asilvestrado en baldíos y secarrales pedregosos. El primero en escribir esta observación fue el profesor Antonio Escohotado en su Historia General de las Drogas, donde señalaba que tras ser plantado en huertas y campos mediterráneos, el san Pedro se había extendido ampliamente. Mucha gente cree, de forma equivocada, que los cactus cultivados en Europa carecen de mescalina o tienen niveles muy bajos (véase por ejemplo Berger 2004). Este falso bulo viene motivado por análisis hechos en cultivos de san Pedro al aire libre en el centro y norte de Europa, lugares muy lluviosos que diluyen la mescalina. Pero los cactus cultivados en el sur de Europa, y sobre todo los asilvestrados que crecen sin riego ni abono a pleno sol, son tan potentes como los sudamericanos. No lo decimos nosotros, es el mayor especialista en cactus mescalínicos quien lo afirma. Según Anthony Henman: “un cactus san Pedro recolectado en La Torrassa (Barcelona), resultó tan potente como cualquiera de los que había probado en Perú”. La clave parece estar en que tras su florecimiento a los siete años el cactus tenga un año de sequía completa, sin agua ni abono y a pleno sol, en situación de estrés (Henman 2007).
DESCRIPCIÓN BOTÁNICA: PACHANOI Y PERUVIANUS.
Trichocereus pachanoi (= Echinopsis pachanoi) es un cactus columnar grande, de color verde azulado, ramificado, de 3 a 6 metros de altura. Aproximadamente a los siete años madura, si es cultivado pierde las espinas, y desarrolla capullos alargados que se abren por la noche en lo más alto de los tallos, ofreciendo grandes y fragantes flores de 19 a 24 cms de diámetro y forma de embudo, cuyos segmentos internos son blancos y sus segmentos externos son color café rojizo; los filamentos de los estambres son verdes. Tanto el delicioso y rojo fruto como las escamas que rodean el tubo floral tienen pelos largos y negros (Schultes y Hofmann 2000). Los brazos del cactus, que pueden tener de 6 a 8 y hasta 12 costillas o nervaduras, llegan a tener diez centímetros de diámetro cuando el san Pedro es adulto. Una leyenda nativa habla de un san Pedro de sólo cuatro costillas, “el cactus de los cuatro vientos”, pero nunca ha sido visto.
Como solo se usan los ejemplares florecidos que ya han perdido sus espinas, hay que fijarse en éstas: en los pachanoi jóvenes hay grupos de 3 a 7 espinas cortas de hasta dos centímetros de longitud insertas en areolas deprimidas. Las espinas son de color amarillo claro o marrón.
El pachanoi y el peruvianus son indistinguibles, la única diferencia es que el pachanoi tiene espinas cortas y en la variedad cultivada (o escapada de un cultivo) carece de espinas; mientras el peruvianus se defiende con unas largas, duras, puntiagudas espinas que dificultan su recolección sin guantes. Los nativos distinguen entre “san Pedro macho” (de largas espinas) y “san Pedro hembra” (con espinas cortas o incluso sin espinas). Esta clasificación podría ser el equivalente de nuestros nombres botánicos latinos: pachanoi y peruvianus.
Trichocereus peruvianus y Trichocereus bridgesii son muy similares. Este último es consumido de forma tradicional y también con fines recreativos psiquedélicos en La Paz, Bolivia (Rätsch 2005).
Según Henman, pachanoi, peruvianus y cuzcoensis (= schoenii) serían equipotentes, y alcanzarían mayores porcentajes de mescalina si son expuestos a pleno sol y un año completo de sequía antes de su cosecha.
Cuidadosos bioensayos psiconaúticos demostraron que los “san Pedro” tienen más mescalina cuando son jóvenes pero ya han florecido (unos siete años de edad), y que solo con dos a cuatro gramos de piel verde desecada y pulverizada, producen efectos estimulantes suaves durante seis u ocho horas (Rätsch 2005).
PRECAUCIÓN, AMIGO RECOLECTOR.
La familia Trichocereus la forman más de 80 especies distintas de cactus, y sólo 30 dieron positivo en mescalina, de las cuales solo 5 contienen cantidades apreciables: pachanoi, peruvianus, puquiensis, cuzcoensis y bridgesii. Salvo los probados y archiconocidos pachanoi y peruvianus, las demás especies podrían contener alguna sustancia venenosa, muchas especies no han sido aun estudiadas. Por otra parte, distinguir el pachanoi de cualquiera de las otras especies de Trichocereus cultivadas en el mediterráneo por aficionados a los cactus, requerirá de la asistencia de un experto en cactáceas o de un manual taxonómico. Si no estas seguro de la identidad del presunto cactus san Pedro, es mejor dejarlo que crezca y consultar con alguien de la zona que lo haya probado con éxito. Para colmo ahora hay híbridos de varias especies diferentes de Trichocereus, y desconocemos cuantas de estas cactáceas han sido plantadas en nuestras costas mediterráneas.
BIBLIOGRAFÍA.
Becker, G. 1989. El gran libro de las setas. Hongos y setas de Europa. Susaeta. Madrid.
Berger, Markus. 2004. Cactus enteógenos. Ediciones Cáñamo. Barcelona, página 222.
DeKorne, Jim. 1994. Psychedelic Shamanism. Loompanics. Washington, U.S.A.
Font Quer, Pío. 2000. Plantas Medicinales. El Dioscórides renovado. Península. Barcelona.
Fericgla, J. M. El hongo y la génesis de las culturas. Libros de la liebre de marzo. Barcelona.
Henman, A. 2007. Anthony Henman y el San Pedro bendito. Cáñamo nº 120 diciembre. Barna.
Moreno, G. & al. (1986). Guía INCAFO de los árboles y arbustos de la Península Ibérica. INCAFO. Madrid.
Obón de Castro, C. y Diego Rivera. 1991. La Guía Incafo de las plantas útiles y venenosas de la Península ibérica y Baleares. Madrid. Incafo.
Oria, Juan A. et al. 1996. Guía de las plantas silvestres de Palencia. Ediciones Cálamo. Palencia.
Otero, J. 1984. Nuestras hierbas medicinales, Caja insular de Ahorros, Santa Cruz de Tenerife.
Rätsch, Christian. 2005. The encyclopedia of psychoactive plants. U.S.A.
Schultes, R.E. y Hofmann, A. 2000. Plantas de los dioses. F.C.E. México. Nueva edición revisada por Christian Rätsch.