El corazón de la Tierra ruge de dolor. Dolor por la intransigencia, dolor por la necedad del hombre, dolor porque su gran hijo la está destruyendo; aniquilando y torturando lentamente conduciéndola a una Muerte certera e inmediata.
por Rául del Pino
Secretos milenarios, conocimientos de pueblos que vivían en comunión con Pachamama, fueron exterminados en aras de la «civilización», de la «cultura» intransigente de Occidente, que pensaba que eran los únicos herederos de nuestra Madre Tierra.
Destruyeron los cultos a Teunamacatl, la carne de Dios, que nos transportaba a las Tierras Místicas e inaccesibles de la Supraconciencia. Destruyeron la sabiduría milenaria que entregaba nuestra alma a la fusión con la Fuente Una.
Fanáticos cruz en mano y en nombre de lo que ellos dicen llamar Dios, llegaron a las Indias con la intención de conquistar el corazón y el espíritu de los guerreros iluminados de los Mayas y Aztecas.
No eran capaces de ver y comprender que aquellas almas ya pertenecían a un Dios y que la fuerza de la sinrazón no podía combatir contra el hecho sagrado de la comunión con la Magnificencia del Universo.
Saquearon su cultura, quemaron sus códices ante aquellas almas que se retorcían de dolor por el magnicidio incongruente; pero no vencieron al guerrero silencioso.
Los chamanes soportaron el paso del tiempo en silencio, conservando el arcanum arcanorum, desarrollando su saber con quietud, soportando en calma su dolor.
Pero es ahora, cuando Pachamama, la Madre Tierra, les pide que desvelen el secreto. Es la última oportunidad de salvar a nuestra Madre, algo que no tiene precio, algo que no se vende.
Recordad que en las ruinas de Tepatilla unos ojos incorpóreos nos observan y que de ellos brotan las lágrimas del arcanum arcanorum, el secreto de los secretos: Dios Generado Dentro.
Durante el siglo XVI los evangelizadores del Nuevo Mundo y en especial los «jueces» de la Inquisición, persiguieron y aniquilaron todo el saber y el conocimiento de los chamanes de las antiguas civilizaciones Mayas y Aztecas. A partir del final de la dinastía con Moctezuma II, los chamanes que sobrevivieron decidieron no someter sus conocimientos a la destrucción progresiva que llevaban a cabo los misioneros. Optaron por esconderse, unos en la selva y otros entre la «civilización» para que el uso ritual de plantas enteógenas (Dios generado dentro) así como otros milenarios conocimientos no fueran destruidos. Para ello se sumieron en el silencio y la humillación controlada creando el arcanum arcanorum -el secreto de los secretos-.
Raúl del Pino97