Recuerdo una vieja canción de Silvio Rodríguez, La fábula de los tres hermanos, que nos animaba a tratar de mantener la vista en el pasado, el presente y el futuro. Resulta difícil mantener las tres visiones a la vez, pero voy a intentar hacerlo aquí, y espero que quien lea estas líneas quiera acompañarme en este viaje por el tiempo, que tiene algo de individual, y algo también de colectivo. En lo que tiene de común reside su interés.
por Juanjo Piñeiro
AYER Si echo la vista atrás –y me sitúo en 1994– recuerdo que estaba seguro de que la vida tenía que ser algo más que el vacío que veía a mi alrededor; entonces buscaba experimentar otros estados de conciencia, alternos al ordinario, como un medio de descubrir si había algo más. Ese año había leído y escuchado que existían mundos invisibles, había probado diversos métodos no químicos de percibir otras realidades –que a mí no me funcionaron– y había decidido intentar abrir mis puertas de la percepción con la ayuda de alguna sustancia psiquedélica. En la Granada de aquel entonces y me temo que hoy sigue siendo así– era muy difícil conseguir buena LSD u otro enteodélico fiable, por lo que varios amigos comenzamos a investigar la alternativa vegetal. Encontramos alguna literatura sobre la ayahuasca, y esas lecturas me llevaron a desear probarla. Debido a mi naturaleza viajera, me decidí a finales de 1994 a partir a Sudamérica en busca de la experiencia directa con ella, aburrido y cansado de leer sobre esa misteriosa poción. A mi vuelta, tras seis meses de viaje y logrado con creces mi objetivo, di forma de libro a las cartas que había ido enviando a mis amigos durante mi periplo, relatando lo que iba viviendo y experimentando con las plantas chamánicas. Envié el manuscrito a la editorial Gaia, y ante mi sorpresa, aceptaron publicar el libro que titulé En busca de las plantas sagradas (Gaia, 1996) Nunca pensé en titularlo En busca de los chamanes, y esto es importante resaltarlo en este contexto, porque el contacto con los lectores me hizo descubrir la gran cantidad de aficionados y aficionadas a la experiencia enteodélica, más que al chamanismo en sí.
Mi segundo libro, El despertar del Hongo (Grijalbo, 2000) describe mi primer viaje por México, en 1996, y muestra un momento de transición. En los dos meses que estuve en ese país, conocí el México chamánico, pero también, sobre todo en Zipolite y la capital, conocí a jóvenes mexicanos urbanos que experimentaban con las sustancias psiquedélicas por sí mismos, sin necesidad de rituales ajenos, ni de intermediarios, guías o maestros, y algunos me dijeron que se llamaban a sí mismos PSICONAUTAS. Me hablaron de cómo utilizaban Internet para encontrar información, conseguir sustancias psicoactivas y comunicarse entre sí, y me sentí más cercano a ellos que a los chamanes que había conocido. Tras mi segunda vuelta de América, en 1997, viajé a Barcelona y empecé a conocer a psiconautas ibéricos, y gracias a Internet y a diversos Encuentros Enteogénicos o Psiquedélicos en la capital psicoactiva de Europa, a famosos y anónimos psiconautas extranjeros. Así fui comprobando que mi proceso individual era también colectivo. Poco a poco fui comprendiendo que muchos occidentales nos habíamos acercado a los chamanes Ben vivo, por lecturas, en cursos, o a través de iglesias varias– buscando una experiencia que no sabíamos todavía cómo lograr por nosotros mismos en el medio donde nacimos y nos Aeducaron@, pero que entre todos íbamos descubriendo cómo modificar nuestro estado de conciencia sin tener que hacernos discípulos de nadie, encontrando herramientas químicas útiles y eficaces, creando métodos adaptados a nuestras necesidades y deseos, capacitándonos para dar respuestas a nuestras propias preguntas.
Mi tercer libro, Psiconautas: Exploradores de la conciencia (La Liebre de Marzo, 2000) cierra una trilogía >espontánea= que refleja mi itinerario personal de los últimos 5 años, un itinerario que insisto, ha sido, es, o será, el de muchas otras personas de nuestra cultura. Si antes di voz a los chamanes, en este nuevo libro se la doy a varios expertos occidentales en el uso de enteodélicos, como Ann y Sasha Shulgin, Terence McKenna, Jonathan Ott, Giorgio Samorini o Douglas Rushkoff, pertenecientes a varias generaciones y países, que crean y continúan nuestra propia tradición psiconáutica, poco notoria socialmente, pero existente y viva en el mundo real.
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HOY En la actualidad se mezclan el pasado, el presente y el futuro, según el caso concreto de cada cual. Muchos nos hemos ido dando cuenta de que el chamanismo, con todos los respetos que nos merece, no es lo nuestro, aunque podamos aprender de él lo que es válido para nosotros, y dejar de lado lo que nos sobra. Otras personas han preferido intentar ser chamanes occidentales, ser aceptados como aprendices en alguna comunidad indígena, han renegado de todo lo occidental y han Ben mi humilde opinión– idealizado y mitificado lo indígena, que en demasiados casos sólo conocen a distancia. No entro en si es mejor o peor, es otra opción. Una más ha sido intentar fusionar el chamanismo, las nuevas tecnologías y sustancias químicas como LSD o MDMA —éxtasis–, creando rituales netamente occidentales, como los raves, actuando los DJ=s como >ciberchamanes=. Otras personas han optado por aprender a curar con los psiquedélicos, con técnicas chamánicas y occidentales, como es el caso de otro invitado de Psiconautas, Richard Yensen (Hacia una medicina psiquedélica, La Liebre de Marzo).
De un modo u otro, hoy cada vez más personas buscan, usando términos de Escohotado, ilustración farmacológica –vía personas con experiencia, libros, revistas o Internet–; opción a fármacos visionarios Bpara lo que el ciberespacio o el autocultivo de hongos o plantas psicoactivas es una opción viableB; y un aprendizaje de uso que se consigue aprovechando la experiencia propia o de otros, actuando con cautela pero sin miedo, con coraje pero sin renunciar al sentido común, sabiendo preparar una sesión, cuidando la dosis, el momento, el entorno y la compañía, buscando las mejores sustancias para lo que se pretenda conseguir en cada ocasión: conocimiento, placer o bienestar, si no todo a la vez.
La opción psiconáutica parece la más indicada para personas que pueden ir y disfrutar una fiesta, un rave o un chill-out, pero que para tener experiencias transformadoras con dosis fuertes prefieran estar solas, en pareja o en compañía de pocas personas queridas y que te quieran, con las que una/o tenga una confianza total. Ser psiconauta te permite ser libre, guiarte a ti mismo/a, ser tu propio chamán o maestro. Cada psiconauta va creándose su propio método de uso de estas poderosas herramientas de exploración de la conciencia, incorporando de cualquier tradición o campo del conocimiento humano lo que le aporta algo. Concretamente el chamanismo clásico ofrece una visión espiritual de la vida a nuestra sociedad materialista, y una serie de técnicas que permiten al ser humano conocer por sí mismo otros estados de la conciencia. Asumir eso no significa aceptar lo más adverso del chamanismo y las religiones establecidas: superstición y reglas dogmáticas; sexofobia y machismo; la vía del sufrimiento para aprender y la visión negativa del placer; la necesidad del intermediario para tener una experiencia transcendente; el rechazo de la ciencia empírica; la resignación ante la injusticia y el fatalismo; la creencia en el destino frente a la creación consciente del futuro en un cosmos abierto y en evolución simbiótica, la negación de la vida a cambio de un más allá que siempre está en el porvenir, etc.
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MAÑANA Por alcanzar con nuestra vista el futuro, hablaré de la opción psiconáutica, pues veo claramente que irá tomando cada vez más fuerza en nuestra cultura. Quede claro que me parece positivo que en una sociedad occidental, como es la nuestra, existan varias opciones para la persona interesada en conocer las sustancias psicoactivas. Así las personas que deseen viajar con guías elegirán entre una variedad que va desde las iglesias ayahuasqueras o peyoteras a los raves, pasando por los rituales conducidos por occidentales, y quien no quiera depender de otras personas u organizaciones puede y podrá tener la experiencia cuando, dónde, cómo, con quien y con la sustancia que considere más conveniente, simplemente teniendo algo fundamental: INFORMACIÓN Y EXPERIENCIA. Saber cómo y dónde buscarlas es el primer paso; el segundo, usarlas, y usarlas bien; el tercero, compartirlas, haciendo crecer la información circulante, haciendo más eficaz y fecunda la red de personas de todo el planeta que quieren cambiar el (des)orden de las cosas actual.
Cada vez estoy más convencido de que el/la psiconauta es y será un actor o actriz más del nuevo multi-modelo cultural de nuestra época. Este nuevo modelo integral nos llevará más allá de un sistema en vías de extinción, pero que tardará todavía en desaparecer, en una transición que llevará décadas, si no algún siglo. Afectará a todos los órdenes de la vida, y tendrá que abordar situaciones intolerables como por citar las más flagrantes– la injusticia, la explotación económica, la destrucción ecológica, la situación de la infancia, los viejos o la mujer, la educación o la salud, o la prohibición de la Cannabis, el éxtasis y los psiquedélicos. Nuestro mundo está hoy tan interconectado, que cambiando una parte, cambia el todo. No es posible vivir sin participar de un modo u otro en la creación o destrucción de la vida. Hoy más que nunca es urgente VIVIR de una manera transformadora, consciente y plenamente.
Junto a otras personas que no usan enteodélicos, y también participan conscientemente en este proceso de transición, el/la psiconauta está creando el nuevo paradigma vital con su práctica, intentando integrar en su visión y en su vida ciencia y espiritualidad, mundo material y transpersonal, conocimiento y placer, cuerpo y conciencia, nuevas tecnologías y ecología, mirada interna y externa, local y global, evolución y revolución, o cualquier otra supuesta dualidad. Los exploradores/as de la conciencia con cualquier método que les funcione– intentan vivir a partir de la comprensión de que el cosmos alterna estados de equilibrio y desequilibrio, que tiene un orden oculto a pesar del aparente caos, y que ocupando tu sitio Bnuestro sitio humano–, haciendo lo verdaderamente tuyo, sirves más a la Tierra, a los demás y a ti mismo/a. El ser humano vive desencajado, y si no termina de encontrar su lugar en esta Tierra, perecerá. Evolución consciente o extinción de nuestra especie. Una nueva vida o muerte en vida. A veces no queda otro remedio que elegir.
Sin embargo, para intentar cambiar la realidad hay que conocerla completa, con experiencias de primera mano, percibiéndola directamente, comprendiendo el movimiento y el ritmo del ser humano, de la vida y del universo, cruzando valientemente al otro lado del espejo, para descubrir allí que la vida es creación más que negación, que nada es blanco o negro, que además de una amplia gama de grises existen muchos colores. La humanidad está en una crisis de crecimiento. Ser optimista o pesimista ante el futuro depende de cada uno de nosotras y nosotros. Estamos todavía de viaje.) Alguien sabe el final?
JUANJO PIÑEIRO, 2000
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