Cannabis y personalidad: implicaciones prácticas

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Por: Psicotar

Con el presente artículo comenzamos una serie en la que exploraremos diversos aspectos de la psicología en relación con el cannabis. Un servidor, de formación terapeuta ocupacional y próximo a finalizar los estudios de psicología, ha estudiado y experimentado la interesante relación entre las ciencias de la mente y los estados alternativos de consciencia que diversas sustancias producen.

En las siguientes líneas, se esbozará la relación existente entre diversos aspectos de la personalidad y el potencial uso que se le puede dar a la marihuana para fomentar su manifestación o inhibirlos.

Para encuadrar los aspectos esenciales que trataremos, es preciso primero adelantar algunos conceptos básicos de psicología de la personalidad que nos permitan comprender mejor la relación de ésta con el cannabis.

La personalidad se estudia mediante lo que se llaman “constructos”, es decir, conglomerados de cualidades, procesos y relaciones que se engloban en una categoría artificial construida al efecto. Expresiones coloquiales como “es un poco ansioso”, “es muy neurótico”, se hacen eco de esta definición.

Aventurando una definición más útil para el tema que nos ocupa, podemos decir que la personalidad es el conjunto de características, tanto innatas como adquiridas, que conforman el “estilo” peculiar con el que el individuo afronta las situaciones.

De lo anterior se puede deducir que, estudiando la personalidad, podríamos predecir con determinada probabilidad de acertar cómo se comportará un individuo según la situación. Un detalle importante es considerar esta faceta de interacción entre la persona y la situación porque, aunque a veces los motivos de una determinada acción puedan no ser claros, todas las acciones tienen una causa.

Es necesario señalar que las puntuaciones en los test de personalidad no tienen connotaciones numéricas ni ordinales. Es decir, puntuar alto en un rasgo de personalidad no es mejor ni peor que puntuar bajo. Lo que expresan las puntuaciones es una mayor presencia de un “estilo” especial de respuesta.

Ejemplo: supongamos que un sujeto tiene un rasgo elevado de introversión, lo cual no implica nada negativo, sólo expresa que se comportará de determinada forma cuando se encuentre en una situación concreta. De ahí podemos derivar la importancia de conocerse uno mismo para poder anticipar posibles desajustes con las situaciones y evitar o paliar esto eligiendo la situación o detectando nuestra reacción para controlarla.

Existen muchos modelos de estudio de la personalidad, de los cuales vamos a centrarnos en uno de los más conocidos y utilizados: el modelo de “los cinco grandes factores” (1) (2). Este modelo propone cinco grandes categorías en las cuales se va a clasificar a un individuo con una puntuación, tomando siempre como referencia la media de la población a la que pertenece el individuo para decidir si el sujeto puntúa alto o bajo en ese rasgo.

          Rasgo de Introversión / Extraversión: hace referencia al nivel de estimulación cerebral del sujeto, lo que condiciona el comportamiento. El nivel de estimulación o energía es conocido como arousal y tiene un nivel variable entre el mínimo, típico del sueño y el máximo, típico de situaciones de pánico.

Las personas extrovertidas tienen unos niveles “bajos” de energía cerebral y por ello son personas volcadas hacia el exterior, de manera que así logran obtener esa estimulación que les falta para llegar a ese punto medio de equilibrio. Son personas típicamente sociables, comunicativas, habladoras, dominantes, etc.

Respecto al consumo de cannabis, puede observarse el “uso social”, cuando el sujeto busca mediante el consumo relacionarse con los demás. Aumenta la sensibilidad interpersonal, la receptividad, la capacidad empática y de escucha…

Cuando se consume, puede producirse una inversión del foco de estimulación, pasando el sujeto de una búsqueda de la misma en el exterior, a una contemplación de la estimulación producida en el interior, en su mente. En este caso se podría fomentar por parte del sujeto una mayor autoconciencia de su potencial creativo interior, regulando así el rasgo de extroversión hacia un punto más equilibrado y enriqueciendo, por tanto, sus relaciones.

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Los sujetos introvertidos presentan unos niveles de activación muy elevados de manera normal, lo que conlleva que eviten situaciones donde la estimulación puede resultar intensa. Son personas relativamente tranquilas, más distantes socialmente, introspectivas, reservadas, reflexivas, etc. Los introvertidos reaccionan a la estimulación de manera más intensa que los extrovertidos.

Los sujetos introvertidos, con mayor probabilidad, buscarán la propiedad relajante e introspectiva que el cannabis ofrece. Al no realizar la búsqueda externa de estimulación por tener niveles elevados casi constantemente, es de esperar que el cannabis ejerza su acción potenciando la faceta relajante, favoreciendo así las relaciones sociales, que se potenciarían desde una óptica alternativa.

Vemos que en ambos rasgos de personalidad el consumo de cannabis puede resultar interesante y que al final se logra un efecto regulador que coloca a los sujetos en un nivel intermedio, propicio para las relaciones sociales. Al extrovertido le suministra la cantidad necesaria de estimulación como para lograr “frenar” un poco la búsqueda de energía en lo social, mientras que al introvertido le calma lo suficiente como para favorecer que, al no estar tan ansioso, se relacione con el entorno sin saturarse y así pueda abrirse más a los demás. Con la práctica esto podría llegar a extrapolarse a situaciones donde a lo mejor no sea habitual o recomendable consumir cannabis, como por ejemplo el ambiente laboral o una comida familiar.

          Rasgo de Estabilidad / Inestabilidad emocional (Neuroticismo): hace referencia a la emocionalidad del individuo, conociéndose también como estabilidad / inestabilidad emocional. Estos hechos se relacionan con el nivel de activación en el sistema límbico, área cerebral donde se produce el procesamiento de las emociones y curiosamente una de las áreas del cerebro donde el cannabis ejerce su influencia más notable.

Los individuos inestables emocionalmente tendrán frecuentes cambios de humor, preocupaciones, culpabilidad, ansiedad, etc. Son personas muy emotivas y generalmente sus reacciones emocionales a las situaciones son más fuertes y tienen unos efectos prolongados en el tiempo, así como una especie de “resaca” por las elevadas concentraciones de hormonas liberadas.

El uso del cannabis en este tipo de situaciones presenta unas interesantes perspectivas, ya que regula las emociones y genera una cierta “distancia” emocional entre los hechos de la realidad y la respuesta emocional a ellos. Esto puede y debe utilizarse como potencial fuente de cambio.

Un ejemplo interesante acerca de este efecto lo podemos hallar en el uso que el ejército israelí hace de la marihuana para la prevención y/o tratamiento del trastorno de estrés postraumático en los soldados que han participado en acciones bélicas. No sólo permiten el uso de marihuana, sino que se la facilitan ellos mismos a los soldados que la pidan. Este uso del cannabis tendría relación con la reducción de los niveles de la hormona del estrés, el cortisol (3) (4).

Las emociones son fenómenos complejos que implican la evaluación/ procesamiento de la estimulación, tanto del exterior como del interior del cuerpo, y la emisión de una respuesta fisiológica – conductual – mental.

En ocasiones, la persona toma decisiones o responde en base a la sensación que le genera la situación, o anticipando las posibles consecuencias que tendrá su actuación… esto es conocido como marcador somático.

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El cannabis permite distanciar estos procesos, aumentando el “tiempo mental subjetivo” entre el fenómeno externo y la respuesta emocional, creando así un aumento del “espacio mental de decisión” en el que la persona tiene más capacidad de decidir. Ojo, nos referimos a una cierta distancia, no a la total indiferencia.

Por ello, a personas con problemas de control emocional podría servirles para regular en cierto modo el tono emocional hacia un punto más equilibrado.

El cannabis podría colaborar a frenar la agresividad al favorecer una menor reactividad emocional (5), aun cuando en determinados contextos es usado para inspirarse a cometer hechos violentos (por ejemplo, pandillas) En este último caso el efecto manifiesto es más bien el relacionado con la reducción de la ansiedad y del miedo a actuar agresivamente.

          Rasgo de Apertura mental: hace referencia a la apertura del individuo a nuevas experiencias, a la cultura, a ideas novedosas que choquen con las tradicionalmente aceptadas, etc.

Los sujetos con elevadas puntuaciones en ese factor serán personas en constante búsqueda de información, interesados por la cultura, adquisición de conocimientos, personas más proclives a cambiar ideas si el proceso lógico induce a ello, mientras que las personas que puntúan bajo en este factor son personas más centradas en lo que ya conocen y más aferradas a lo establecido.

Es de sobra conocido el uso de cannabis en multitud de culturas y ámbitos diversos.

El uso del cannabis puede favorecer una mayor apertura mental al cambiar la percepción del individuo y generar procesos mentales diferentes.

Un factor interesante es el postulado por Eysenck y conocido como sobreinclusión (6), que implica la posibilidad de relacionar ideas, conceptos, conocimientos, etc. El cannabis puede llegar a generar una desinhibición importante en los mecanismos habituales y, con ello, favorecer la asociación de ideas, conceptos, etc. No es difícil comprender la utilidad del cannabis en contextos artísticos, culturales y de pensamiento en todas las épocas y culturas.

Un aspecto que hay que tener en consideración es valorar adecuadamente esas asociaciones para evitar caer en la cuenta de que se ha realizado una asociación sin sentido o con un valor diferente al inicialmente observado. Es decir, hasta que se hayan pasado los efectos del cannabis es recomendable realizar una “suspensión del juicio” de las ideas o conclusiones alcanzadas, para juzgar su utilidad o novedad una vez haya pasado un tiempo de serenidad.

          Rasgo de Afabilidad: hace referencia a la puesta en marcha de acciones de cooperación, empatía, cordialidad, amabilidad, etc, para con los demás.

Personas con elevada afabilidad se caracterizan por una elevada amabilidad, son cooperativas, cordiales, generosas, empáticas, mientras que personas con un rasgo bajo de afabilidad son personas más reservadas, ariscas, más distantes emocionalmente, más secas y cortantes en las relaciones.

El cannabis aquí tendría una gran utilidad en personas poco afables al favorecer las relaciones sociales por incidir directamente en las emociones, las valoraciones de las personas, la empatía, la comunicación, etc.

En personas con una buena relación previa se pueden potenciar sobremanera aspectos de la relación como la amistad, la revelación de intimidades, etc… lo que podría ayudar a profundizar la relación.

          Rasgo de Tesón: hace referencia a la perseverancia y escrupulosidad de la persona.

Personas con rasgo elevado mostrarán un gusto por el orden, una gran capacidad de persistencia en las tareas que les motivan, son personas muy diligentes, ordenadas, escrupulosas.

La influencia del cannabis sobre este aspecto de la personalidad es controvertida. Por un lado, sus detractores proclaman a los cuatro vientos la inevitable producción del “Síndrome amotivacional” en el usuario crónico. A este respecto, los estudios señalan que sólo en consumidores crónicos podría relacionarse el consumo con una reducción de la productividad de la persona pero claro, habría que valorar el nivel de productividad previo al inicio del consumo (7) (8)

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Ni que decir tiene que el supuesto “síndrome amotivacional” es un constructo, similar a los que hemos tratado al hablar de la personalidad y que, por lo tanto, es preciso valorar en relación al estado habitual del individuo, porque podemos encontrarnos que lo que tomamos como la consecuencia sea en realidad la causa… es decir, no se trata de que porque el sujeto fume vaya a sufrir un síndrome amotivacional, sino que como el sujeto no está motivado, podría fumar para así tener alguna vía de escape o como forma de conseguir estimulación.

Ejemplo: Adolescente, familia desestructurada por separación de los padres. Vive con su madre, que trabaja todo el día. El niño vivió las peleas de los padres y se culpa en parte por ellas… comienza a sentirse ansioso, triste, sin interés, se retrae, hace muchas pellas, empieza a ir mal en los estudios y se refugia en los amigos. Un día le pasan un porro y le gusta la sensación que le genera, le permite estar medianamente a gusto, sin machacarse a sí mismo.

¿Podría decirse que este chaval sufre un síndrome amotivacional? Creo que hacerlo sería muy aventurado y ciertamente irreal, sobre todo cuando existen otros aspectos que deberían investigarse más allá del hecho de que el sujeto “fuma porros”, como puede ser la existencia de una depresión, las malas relaciones familiares, una situación vital angustiosa, etc…

Un aspecto a considerar que nos ayudará a poner en adecuado contexto las líneas anteriores es el relativizar los efectos descritos y tener siempre presente que los efectos del cannabis son dependientes de muchas variables en permanente estado de cambio, tanto internas como externas al individuo.

La perspectiva aquí expuesta ha ido enfocada en la línea del uso del cannabis como un agente facilitador de la autorregulación interna del organismo. Esta línea es denominada en los ambientes prohibicionistas como “hipótesis de automedicación” (9) y vendría a decir que el consumo de sustancias es una forma de corregir el desagradable estado interno del individuo.

Huelga decir que el cannabis puede usarse desde una perspectiva constructiva y favorecedora del crecimiento y mejora personales, en contra de lo que desde muchos ámbitos se trata de imponer como la línea oficial a seguir.

Parte del problema actual generado en torno a las drogas quizás venga originado por esa visión tan limitada como demonizante del uso de sustancias supuestamente perjudiciales. El masivo consumo a nivel mundial demuestra que las políticas restrictivas y prohibicionistas no han aportado más que visiones irreales y equivocadas de la situación.

Recordando la máxima de Paracelso, nos despedimos hasta la próxima:

“Sólo la dosis hace el veneno”

NOTAS

  1. BERMÚDEZ, J., PÉREZ-GARCÍA, A. y SANJUAN, P. (2003). Psicología de la personalidad: teoría e investigación. (vol. 1 y 2). Madrid: UNED.
  2. SÁNCHEZ-ELVIRA, A. (Ed.) (2005). Introducción al estudio de las diferencias individuales (2ª ed.) Madrid: Sanz y Torres. (Págs. 363 a 375)
  3. Resumen del artículo original en inglés:

http://www.jneurosci.org/cgi/content/abstract/29/36/11078?maxtoshow=&HITS=10&hits=10&RESULTFORMAT=&author1=Akirav+&andorexactfulltext=and&searchid=1&FIRSTINDEX=0&sortspec=relevance&resourcetype=HWCIT

  1. Comentario en castellano sobre el artículo:

http://www.psiquiatria.com/noticias/ansiedad/estres/tratamiento450/18425/

  1. PINEL, JOHN, P. J.: Biopsicología. Pearson Educación, Madrid 2007. (Págs. 409 a 412)
  2. Ver nota nº 2. (Págs. 345 a 357)
  3. Ver nota nº (5)
  4. Colectivo Interzona: “Cannabis”. Amargord: Madrid, 2005 (Pág. 52)
  5. BELLOCH, Amparo; SANDÍN, Bonifacio y RAMOS, Francisco (Eds.): Manual de Psicopatología, Vol. I. McGraw-Hill. Madrid, 2004. (Págs. 518 a 520)

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