Consumo de opio en el Antiguo Egipto

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En el antiguo Egipto los conocimientos que tenemos sobre la utilización de opio están principalmente en los papiros de Ramesseum (1900 a. C.), Kahoum (1850 a.C.) y Ebers (1550 a.C.).

En un fragmento del Canto IV de la Odisea se escribe que Helena era una experta en drogas (pharmaka):
“ingeniosas y muy buenas, que diole Ton, la esposa de Polidamma, en Egipto, allí muchas las tierras de Pan producen, y la mezcla de una es buena, y la de otras nociva; allí todos son médicos; nadie en el mundo es más sabio, porque allí del linaje de Pan todos descienden”
 
La adormidera
La adormidera (papaver somniferum) es a la vez una bendición y una maldición universal. Desde el principio de los tiempos a la actualidad ha tenido un papel fundamental en la vida humana y su futuro, para el bien y para el mal. El opio constituye el jugo cuajado de la adormidera. Se extrae de la planta mediante cortes en la superficie de su cápsula y luego recogiendo el jugo una vez cuajado.
La adormidera, llamada “planta de spen” se utilizaba en conocimientos simples, como analgésico y tranquilizante. Cuenta el papiro Ebers, que la sacerdotisa Tefnur curó las jaquecas del dios Ra, usando un té hecho con cabezas de adormidera. Imhotep, el Esculapio Egipcio, su nombre significa literalmente, “el que trae la paz”, nombre alusivo al pacificador general de dolores que representa la adormidera.
Se recomienda el jugo de la cápsula (opio) en pomadas, por vía rectal y por vía oral. Se utiliza para muchas cosas, incluso para dolores en los dientes de los niños y en general para que los niños no griten fuerte. Una de las recetas del papiro Ebers decía:
“…mézclese el jugo de la planta spen con estiércol de moscas que hay en las paredes, hágase una masa, pásese por el tamiz y adminístrese durante cuatro días. Los gritos cesarán en seguida”.

Opio

Pese a dar unas flores muy llamativas, éstas, no se plasmaron en las decoraciones funerarias hasta los reinados de Tutmosis IV y Amenofis III (1401-1353 a. C.), irrumpiendo en la iconografía con mucha fuerza. Unos ejemplos someros de su difusión pueden ser los siguientes:
– Encontramos plantas de adormidera formando el collar que adorna la estatuilla de madera del arquitecto Kha. En dicha tumba, en Deir el-Medina, se encontró una maceta que todavía preservaba parte de su contenido. El residuo se sometió a un análisis de laboratorio en Génova y se le inyectó a una rana y a un ratón, ambos animales cayeron en un sueño profundo. La sustancia seguía activa después de 3.000 años.
 – Hay flores de adormidera en los ramos que, dedicados a Osiris, se pintaron en los papiros mágico-religiosos conocidos con el nombre de Libro de los Muertos, como es el caso del perteneciente al ya mencionado arquitecto Kha. La misma escena también se repite en algunas estelas de tumbas contemporáneas.
– La tumba de Ramose contiene en el ramillete cabezas de adormidera que lleva uno de los invitados al ágape. Userhat también se hizo acompañar de adormideras, esta vez en el gran ramo que luce el sacerdote sem del cortejo fúnebre de su tumba. Nebamon e Ipuky quisieron inmortalizarlas en los ramos que adornan la escena del último adiós ofrecido por sus deudos. En uno, se mezclan las adormideras con los papiros y los lotos blancos; mientras que en el otro además se incluyen bayas de mandrágora; quizás manifestando así las preferencias de cada uno de ellos a la hora de escoger sus sustancia enteógena favorita.
– Bajo el mandato de Akhenaton, las adormideras fueron parte de las pinturas que decoraban el suelo del palacio real de Amarna.
 – Con el reinado de Tutankhamon, la representación de la reina de las amapolas se incrementa para alcanzar casi tanto protagonismo como las bayas de mandrágora. Entre las joyas pertenecientes al mismo monarca existe un par de pendientes rematados por cuatro cápsulas de adormidera intercaladas entre otros adornos que forman el final de las hiladas de cuentas que cuelgan de los aros.
– Una cucharilla de cosméticos procedente de la necrópolis de Gurna y datada en la dinastía XVIII, nos muestra un adorno floral en el que tres cápsulas de adormidera se han incrustado en una flor de loto suplantando a la habitual mandrágora.
– En época ramésida se generalizan sus representaciones, y la adormidera llega a las tumbas de los simples obreros, como es el caso de Sennedjem.
 – También es destacable una escena de libaciones de la tumba de Sennedjem el sacerdote funerario, con su distintivo de piel de pantera, vertiendo líquido sobre un ramo de adormideras. 

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Banquete egipcio

 
El opio tebaico
El opio tebaico, el opio egipcio, es el símbolo de la mayor calidad en todo el arco mediterráneo, siendo objeto de falsificaciones que denunciaron Dioscórides, Plinio y otros. En la Odisea escribe Homero:
“Tubo entonces Helena, la hija de Zeus, un propósito; un filtro (nepenthes) que pronto echó al vino que bebían, contra el llanto y las iras, que hacía olvidar cualquier pena a todo aquel que gustara de él. Mezclado en su crátera no podía verter una lágrima en todo aquel día, pese a que hubiera visto morir a su madre y a su padre, o delante de él y ante sus propios ojos le hubiesen degollado con armas de bronce a un hermano o a un hijo”.
Muchos investigadores piensan que el nepenthes no es ni más ni menos que el opio tebaico.
No hace muchos años, todavía se usaba en los tratamientos de los dolores crónicos, diarrea aguda con dolores cólicos, intoxicación por el consumo de solanáceas, y para el alivio de la tos seca. El opio en el antiguo Egipto fue una bendición para toda la población desde los niños hasta lo mayores y no existían problemas de salud o de moral asociados al consumo de opio. También era una bendición económica ya que el opio egipcio se vendía al resto de civilizaciones siendo una fuente de ingresos para el Estado.
Mediante la aparición puntual de las representaciones de la adormidera al final de Imperio Nuevo, puede deducirse que alcanza su protagonismo cuando la solanácea crea la necesidad de hallar un calmante potente para combatir los dolores gástricos producidos por su uso.
Los egipcios del siglo XIII a.C., como consecuencia del gran intercambio cultural establecido por los soberanos de la dinastía XVIII con los demás pueblos civilizados de su entorno geográfico, tuvieron que conocer los efectos sedantes de la infusión de las cabezuelas de adormidera, y sus versión más fuerte el jugo de la planta fresca y el látex de las cápsulas de adormidera.

Comercio de opio
Echado un vistazo a lo que la época ofrecía en el campo del consumo ritual de drogas, cabe citar una cerámica encontrada en santuario de Gazi, Creta (1300 a. C.), que se conserva en el Museo de Iráklion, representado a una diosa minoica cuya frente se adornó con una diadema compuesta por tres cápsulas de adormidera perfectamente hendidas por cinco cortes equidistantes en sentido vertical, indicativo inequívoco de que su preciado látex ya había sido extraído. De ésta estatuilla se desprende que los cretenses sabían obtener el opio, y que le daban cierto significado religioso. Sabiendo que Creta tenía establecidas unas buenas relaciones comerciales con Egipto, no es aventurado pensar que en el intercambio cultural fuera incluido el de la manipulación destinada a conseguir el opio de las capsulas de la adormidera, en el caso de que Egipto aún no la conociera.
Existía pues un antiguo comercio de opio y además Egipto recibía sus suministros de Chipre, hecho que se ha demostrado con el descubrimiento de cerámica chipriota en el antiguo Egipto. Parte de esta cerámica pertenece a un tipo conocido como jarros de base anillada. Al principio de los años setenta del siglo XX Robert Merrilles llamó la atención afirmando que la forma que tenía este tipo de cerámica se asemeja mucho a las cápsulas de adormidera (Merilles, 1968: 155).
Cabe mencionar que el opio de mayor calidad, apreciado universalmente durante todas las épocas, es el egipcio, conocido dentro del comercio de la droga con el nombre de opio tebaico. Tanto, que en ocasiones de crisis económicas se ha usado como un valor estable semejante al del oro.
En la tumba de Seti I (1214-1204 a. C.), la miosis característica de los consumidores de opio, se manifiesta hasta en las representaciones de los ojos que intervienen en la escritura jeroglífica. Durante la dinastía XX en Egipto se producía el opio, como lo atestiguan unos pendientes inscritos con el cartucho de Seti II (1306-1290 a. C.), cuyos remates florales son siete cápsulas de adormidera por cada pendiente, todas ellas cubiertas de cortes longitudinales.
Una curiosidad, que enlaza el pasado egipcio con el presente, nos la aporta el ya citado escritor inglés del Siglo XIX, opiómano, Thomas de Quincey, quién comentando una escultura de Ramses II aseguró que la estatua retrataba “la inequívoca expresión del opiómano”. Afirmaba que el gesto de los adictos al opio, cuando tienen cubierta su necesidad de droga, consiste en una mirada intensa y ausente con la pupila muy contraída, casi un punto negro en el iris, y una sonrisa entre satisfecha y enigmática. Las pinturas de las tumbas privadas de la dinastía XIX nos ofrecen la imagen de un pueblo indolente, con una actitud corporal flotante en un mundo irreal, ambiente común en todos los hipogeos de los servidores de Seti I y Ramses II.

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Iconografía del opio
En paralelo al ascenso de éste nuevo estilo figurativo está el incremento de las representaciones de flores completas o pétalos de adormidera, pudiendo interpretarse su presencia como en los casos anteriores una alusión al uso ritual religioso que se hacía de sus efectos narcóticos.
También las tumbas reales de la dinastía XX contienen una serie de elementos nuevos y fantásticos, como genios y otras representaciones que no tienen nada en común con las tradicionales y que bien pudieron ser producto de visiones terroríficas producidas por el uso ritual del opio y asociadas con la vida del Más Allá.
La iconografía oficial del momento quedó recogida, con exquisita finura, en los relieves del templo de Abidos, dedicado por Ramses II (1290- 1224 a. C.) a su padre Seti I (1306-1290 a. C.), donde las flores de adormidera y las sonrisas son fáciles de encontrar. También es posible que utilizasen opio en las famosas escenas de circuncisión de la tumba de Ankh-ma-hor en Saqqara (6ª dinastía), o las menos conocidas de mismo tema del templo de Mut, en Karnak.
Sabemos que el incienso quemado en Egipto estaba dedicado al culto de las divinidades, al igual que la adormidera, el azulejo y la mandrágora; por tanto, si los antiguos egipcios llegaron a quemar conjuntamente opio e incienso, es seguro que los faraones donantes no quedaron al margen de la aspiración del sahumerio y como en cualquiera de las otras mencionadas, el consumo de opio en los reyes de las dinastías egipcias XVIII, XIX y XX parece un hecho incuestionable.
Volviendo a los relieves de Abidos, en ellos también podemos observar la presencia de los quemadores de incienso, objetos que no son exclusivos de la dinastía XIX, ya que están documentados desde el principio de la XVIII, y recuerdan tanto a las pipas que se utilizan en nuestro tiempo para fumar opio.

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Imhotep

Efectos terapéuticos
El Papiro Ebers es uno de los más antiguos tratados médicos conocidos. Fue redactado en torno al año 1550 a. C.; está fechado en el año 8º del reinado de Amenhotep I, de la dinastía XVIII. Fue descubierto en la tumba de Assasif, en Luxor, por Edwin Smith en 1862, fue comprado a continuación por el egiptólogo alemán Georg Ebers, al que debe su nombre y su traducción. El papiro Ebers se conserva hoy en día en la biblioteca universitaria de Leipzig.
Es también uno de los más largos documentos escritos encontrados del antiguo Egipto ya que mide más de veinte metros de longitud y unos treinta centímetros de alto y contiene 877 apartados que describen numerosas enfermedades en varios campos de la medicina como oftalmología, ginecología o gastroenterología, con sus correspondientes prescripciones, así como un primer esbozo de depresión clínica respecto al campo de la psicología
La farmacopea egipcia de la época recurría a más de 700 sustancias, extraídas en su mayor parte del reino vegetal: azafrán, mirra, áloes, hojas de ricino, loto azul, extracto de lirio, jugo de amapola, resina, incienso o incluso cáñamo.
El opio fue utilizado para enfermedades del recto y del ano. En los papiros de Ebers se refieren continuamente a esta patología. También aparecen en el papiro Chester Beatty, más concretamente está totalmente dedicado a esta patología y a las cuestiones que plantea. Hemorroides, colapso rectal o rectitis aparecen descritas con viveza. Los remedios egipcios propuestos eran recetas de uso interno (beber y comer, pociones o preparados), y uso externo (fumigaciones, vendajes, supositorios y enemas).
 
BIBLIOGRAFÍA
• MERILLES, R.S., «The Cypriote Bronze Ange Pottery found in Egypt», Studies in Mediterranean Archaeology, 18, Lund, 1968.
• BLANCO FREIJEIRO, A. (1986) «Historia del Arte Egipcio. II”, Historia del Arte, de Historia 16, vol. 2 Madrid.
• BRIER, B. (1994) Secretos del Antiguo Egipto Mágico, Barcelona.
• CARTER, H. (1976) La tumba de Tutankhamon, Barcelona.
• DIOSCÓRIDES, P. (1991) Acerca de la materia medicinal y los venenos mortíferos, (ed. facsímil), Madrid.
• ESCOHOTADO, A. (1999) Historia general de las drogas, Madrid.
• PIJOÁN, J. (1932) El Arte Egipcio SUMMA ARTIS, vol. III, Madrid.
• REEVES, N. (1991) Todo Tutankhamón, Barcelona.
• RIVERA, D. y OBÓN DE CASTRO, C. (1991) Guía de INCAFO, de las plantas medicinales, Madrid.
• SCHULTES, R.E. y HOFMANN, A. (1993) Plantas de los dioses, Méjico.
• CASAL ARETXABALETA, B del http://www.institutoestudiosantiguoegipto.com/begona_drogas01.htm

 

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