El cannabis y la meditación (IV)

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En el artículo de este mes finalizamos la serie dedicada a reflexionar sobre el concepto, el proceso y los resultados de la meditación. En las líneas que tenemos por delante abordaremos aspectos muy interesantes centrados en la alteración de la consciencia y en los posibles resultados del proceso meditativo.

Por Psicotar

Habiendo tratado el proceso de meditación, queda por responder una sencilla cuestión: ¿para qué o por qué se medita?

La respuesta a esta cuestión no es unívoca, cada cual podría responder de una determinada manera, según sus intereses, apetencias, etc… pero lo que es cierto es que, dados los potenciales beneficios de una práctica meditativa seria y disciplinada, la respuesta se genera por sí misma: se medita para estar más despierto, para estar centrado y para disciplinar la mente.

El proceso de meditación es muy sencillo, apenas implica unos pocos pasos, pero resulta muy difícil el mantenerlo a través del tiempo debido a la tendencia de la mente a dispersarse en un ciclo de pensamientos encadenados que es conocido como “cháchara”.

Meditar exige perseverancia y entrega ecuánime, es decir, liberar la mente de todo contenido para así alcanzar el estado adecuado en el cual se producirán los fenómenos que la práctica conlleva.

De la misma manera, al consumir cannabis se producen una serie de cambios en los procesos mentales del individuo, algunos de los cuales pueden resultar muy similares a los cambios producidos durante el proceso meditativo. Un cambio puede ser, por ejemplo, el centrarse en pequeños detalles y percibir matices de algo que nunca antes se había percibido.

La meditación y el cannabis son métodos para permitir el abandono de las cadenas de pensamientos, el primero mediante un abandono activo y centrado, el segundo mediante la modificación de los procesos cerebrales de atención y memoria a corto plazo.

La meditación llevada al extremo de la práctica y desarrollo, debería generar un estado de absoluta calma y tranquilidad, donde nada inmute y nada duela a la persona.

El cannabis ha demostrado generar un estado de distanciamiento emocional y efectos atenuadores del estrés físico y mental, con lo que es un interesante recurso a investigar.

Ahora bien, estamos siempre pensando y articulando secuencias con contenidos en nuestra mente. ¿Cómo es el no tener nada en la consciencia? ¿Cómo se consigue este estado?

Como se expuso en artículos anteriores, el proceso de consciencia tiene lugar en un determinado momento y se produce la sensación subjetiva de que “algo sucede” y que eso “me sucede” a mí. De alguna manera hay que conectar dos procesos diferentes, por un lado, la percepción de algo interno o externo y por otro lado, la percepción de mí mismo. Todo esto, obviamente, al producirse en un soporte como es el cerebro, sucede entre diversos circuitos de neuronas que se comunican entre sí.

Ahora bien, imaginemos que vamos avanzando en la práctica meditativa y que además se apoya esa profundización mediante el cannabis, ¿qué es lo que se puede llegar a alcanzar? La respuesta es: nada. Pero ojo, ese es el objetivo de la meditación, el lograr un estado mental donde la nada lo sea todo. Sin contenido sobre el que discurrir, la autoconciencia se multiplica, porque puede revolverse contra sí misma y así potenciar la percepción del yo… “yo soy yo y mi circunstancia, y si la cambio a ella, me cambio yo” decía Ortega y Gasset.

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Sin un contenido concreto en la pantalla mental, cualquier cosa puede aparecer en ella. Si disciplinamos la mente para permanecer sin contenido, tendremos potenciada la capacidad de evitar enredarnos con las cosas, con las situaciones, con las respuestas, y así construiremos una capacidad de repuesta mejorada, ya que no nos veremos arrastrados por las circunstancias y podremos obrar con mayor calma.

En cannabis entra en escena generando una mayor capacidad de encadenar historias, de estimular el pensamiento, de aumentar las cadenas, pero a la vez deteriorando la fijación de la atención y, si lo trabajamos explícitamente, eso podría favorecer que poco a poco profundicemos en un estado de mente libre de cadenas de pensamiento. Sería como agitar la botella de gaseosa para que así, al abrirla, saliera el gas con más fuerza y mucho antes. Por ello, si queremos eliminar un pensamiento, lo mejor es no luchar contra él, sino dedicarle el espacio mental adecuado, prestarle atención y así, cuando llegue el momento, se irá por sí mismo.

A este respecto, en ocasiones se utilizan “mantras”, que no son más que palabras sin sentido que permiten liberar de significado a la mente al concentrarnos en algo que atrae la atención pero no permite el discurrir lógico que la mente suele tener. A este respecto, en ocasiones podremos haber vivido una situación en la que se ha perdido el sentido o significado de alguna palabra, por ejemplo nuestro propio nombre, y hemos experimentado extrañeza o perplejidad al pensar en ello. Esto es parecido al uso de los mantras. Repitiendo muchas veces una misma palabra, deja de tener sentido y pasa a vivirse subjetivamente la palabra de otra forma. Pruébenlo repitiendo durante varios minutos la misma palabra… llegará un momento en el que tendrá un significado diferente y puede que notemos algo extraño.

Una de las propiedades más curiosas y a la vez más problemáticas de la mente es la incontrolabilidad. Uno puede decidir saltar o levantar un brazo… o no hacerlo. Pero uno no puede decidir evitar el pensamiento o no tener contenidos en la mente. Eso es inevitable. Traten de hacerlo si pueden. Intenten, por un espacio de diez segundos, no pensar en nada. ¿Lo lograron? ¿No? Bueno, es algo normal que no puedan hacer lo que les hemos propuesto. ¿Por qué?

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La respuesta ya la apuntamos anteriormente en otros artículos, el cerebro debe mantener unas conexiones neuronales en unos circuitos y para que eso suceda, esos circuitos siempre están descargando y alimentándose mutuamente. De ahí que al dejar la mente en blanco tengamos múltiples pensamientos abordando el campo de consciencia, ya que se libera el acceso y así cualquier cosa nos puede llegar a la atención.

El problema es que las cadenas mentales de pensamiento vienen además asociadas con las emociones que se vivieron o sintieron cuando se produjo el fenómeno, por lo que nos podemos encontrar con malestar al recordar algo que nos dolió en el pasado, con tristeza al recordar una pérdida afectiva, o con cierta alegría al recordar un buen momento. Vistos desde la perspectiva de la meditación zen, esto es basura, cháchara, ya que no está ni aquí ni ahora, están sólo siendo representados en una mente distraída, siendo, por ello, factor de distracción del aquí y ahora.

Ojo, no decimos que tener recuerdos sea malo, sino que es malo cuando esos recuerdos o problemas del pasado nos impiden vivir libremente en el presente. Por eso la meditación es útil, porque permite liberar esas cadenas y tratar a los pensamientos como lo que son: simples pensamientos, a los que no se les debe prestar atención si uno no lo desea, y son fenómenos que no existen más que en nuestra cabeza, por lo que sólo deberían perturbarnos si nosotros lo permitimos.

Por ello, al meditar debemos tener cuidado y tratar todo lo que pensemos, sintamos o hagamos como simples pensamientos y siendo conscientes en todo momento de que pueden convertirse en trampas con las que podemos enredarnos.

Si practicamos con disciplina, iremos desarrollando un mayor sentido de la liberación de las cadenas de pensamiento y esto es un importante entrenamiento para el manejo de experiencias de la vida cotidiana. No significa que a través de la meditación o el uso de cannabis se busque la indiferencia más absoluta, sino que se trata de lograr un estado de mente más neutro y ecuánime ante los problemas que se presentan en la vida, sin vernos arrastrados por respuestas emocionales exageradas, sin perder el punto de referencia de la calma y concentración necesarios para afrontar las situaciones.

Desarrollar la percepción de calma absoluta es importante para tener siempre presente el efecto diferencial entre los momentos de meditación y los momentos de afrontamiento cotidianos: por la diferencia entre un estado y otro accedemos a la consciencia del grado de activación y afectación que estamos experimentando, pudiendo por ello, a partir de ahí, poner remedio y buscar un punto de relajación y autocontrol.

Con la meditación o el cannabis no buscaremos tampoco el desapego absoluto, ni la eliminación del pensamiento, ya que eso es imposible. Sólo es posible no tener pensamientos cuando morimos, ya que en todo momento uno de los referentes del estado vital del cerebro es, precisamente, la continua sucesión de pensamientos procedentes de las descargas neuronales de sus circuitos. Por ello, nos entrenaremos en recibir la vivencia simplemente, y quedarnos con ella, sin hacer nada más. Esto es una forma de entrar en contacto con el mundo, de manera que entrenamos a la mente para permanecer en calma, sin necesidad ni obligación de responder. Sólo recibir la vivencia y dejarla estar, sea lo que sea, guste o no, duela o no.

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Ya que nos entrenamos desde la cuna para dar respuesta a casi todo, el permitir que algo se produzca sin tener que responder o actuar permite un respiro, una nueva forma de vivir la vida. Así, nos iremos acostumbrando a responder sólo cuando sea preciso y además en el grado preciso, ni más ni menos. Esto, aplicado a múltiples contextos, nos puede ayudar a captar otros matices y grados más profundos de relación con las vivencias.

Así, también nos iremos entrenando en la realización de una recomendable actitud de separar la percepción de la acción. Imaginemos que un amigo siempre se está quejando de sus problemas, de lo mal que le va todo, de lo mala que es la gente, etc. Si nosotros tratamos de hacerle cambiar de idea, tratamos de rebatirle, consumiremos muchísimo tiempo, energía y probablemente no consigamos más que enfadarnos con él. Ahora bien, si recibimos esas quejas, las acogemos sin cuestionarlas y las validamos, permitiendo que hagan su trabajo, podremos llegar al punto clave de las mismas, es decir, qué función tienen y para qué se emiten. Podemos llegar a concluir que las quejas podrían tener un carácter de evitación, ya que la persona se queja para así construir una cháchara acerca de su situación y así evitar tener que hacer algo para cambiar las situaciones por las que se está quejando. De ahí que las posibles soluciones que propongamos nunca sean bien aceptadas o surtan los efectos que pretendemos.

Igualmente se puede llegar a desarrollar mediante meditación (y en niveles avanzados de práctica, con ayuda de algunas sustancias) una actitud de contemplación sin más, de forma que la experimentación de un sentimiento, el vivir una situación, etc… no vaya aparejado a la necesidad de tener que actuar y hacer algo de forma automática. Haremos algo o no, pero eso es algo que debe decidirse y hacerse de forma completamente voluntaria.

Así pues, puede decirse que la práctica de meditación con la ayuda de un guía serio y experimentado es una buena manera de potenciar nuestra vivencia del mundo y de hacernos más sanos día a día.

Deseamos a los lectores una fructífera práctica.

Nos despedimos hasta la próxima… salud y ¡buen viaje!

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