Juventud, drogas en general y cannabis en particular

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Los imaginarios sociales

El germen del estudio de los imaginarios sociales tiene su origen en la Europa del siglo XIX, principalmente en Francia. Ya con posterioridad y hasta el momento actual, el estudio de los imaginarios sociales adquiere una gran importancia tanto en España como en América Latina. Existen dos corrientes principales: la francesa y la hispana. Además, se puede destacar la importancia de la Escuela de Sociología de Chicago y la posterior aparición del interaccionismo simbólico en el desarrollo y estudio del concepto de imaginarios sociales. Este concepto del que os hablamos cuenta con muchas interpretaciones habida cuenta del gran número de perspectivas desde las que el concepto de imaginarios sociales se ha estudiado.

por Javier Diz Casal

El concepto de Imaginarios sociales parte del concepto de Imaginario, para acercarse y comprender esto lo simbólico se vuelve un elemento crucial. Lo imaginario y lo simbólico ha sido investigado desde diversas ramas de la teología, la filosofía y la sociología (G. Bachelard, E. Durkheim, G. Mead, P. Ricoeur, J. Sartre, C. Castoriadis, o M. Maffesoli); como la hermenéutica y la fenomenología, desde la psicología y el psicoanálisis (C.G. Jung y J. Lacan,), desde diferentes corrientes de la primera y desde distintas concepciones del segundo; desde la etnografía y la antropología con el estudio del otro social (G. Durand y G. Balandier); o desde los trabajos sobre historia de las religiones, religiones comparadas y mitología (H. Corvin y M Eliade)[1].

El estudio de lo imaginario y de lo simbólico cuenta con un longevo recorrido. Aristóteles, en el siglo IV a. C., decía que no se piensa sin imágenes. Son muchos los autores que opinan que el comienzo del estudio de los imaginarios se podría depositar en la obra de Emile Durkheim (1858-1917) “Las formas elementales de la vida religiosa” y, cómo no, partiendo de los trabajos y reflexiones de Gaston Bachelard (1884-1962) sobre la fantasía y lo imaginario como elementos susceptibles de ser estudiados por la metafísica en lo que respecta al sentido, la estructura de la realidad y la finalidad.[2] Existe un autor del que muchos estudiosos suelen olvidarse, se trata de Adolf Bastian (1826-1905). Este autor posee una gran influencia en la obra de Carl Gustav Jung (1875-1961) sobre el inconsciente colectivo y los arquetipos. A lo largo de su trabajo etnográfico y antropológico, y de sus ideas sobre la unidad psíquica de humanidad,  ha venido trabajando la temática de lo simbólico y su influencia en el desarrollo.

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Como mencionamos anteriormente, Gaston Bachelard es uno de los autores que más influencia posee en torno al desarrollo del estudio de lo simbólico y lo imaginario. En su obra se puede apreciar la influencia de las teorías de Jung. Sus ideas sobre lo imaginario están cargadas de representaciones simbólicas remotas y “elementale”[3]. La obra de Bachelard está en conexión con el desarrollo teórico de autores como: George Balandier (1920), Gilbert Durand (1921-2012), Michel Maffesoli (1944) o en algún otro representante del Círculo Eranos en lo que respecta a la tradición del estudio de lo imaginario en las ciencias sociales. Además de estos autores, también otros han sido trascendentes en el desarrollo del concepto de imaginarios sociales: Wilhelm Dilthey (1833-1911), el filósofo fundador de la fenomenología trascendental Edmund Husserl (1859-1938) el filósofo, teólogo y fenomenólogo Martin Heidegger (1889-1976) o el filósofo Ernst Cassirer (1874-1945) con su obra “Filosofía de las formas simbólicas”, George H. Mead (1863-1931), Robert Ezra Park (1864-1944), Edwin H. Sutherland (1883-1950) o Herbert Blumer (1900-1987).

Ya hemos apuntado en el artículo anterior[4] algunas ideas en torno  nuestro posicionamiento sobre lo imaginario y la imaginación. En nuestra sociedad occidental la imaginación es tomada como un mero complejo fantasioso que induce a error y es peligroso. Lo imaginario ha sido menospreciado y su importancia para el desarrollo humano menoscabada, Gilbert Durand dedica varias reflexiones sobre la desvalorización de la imaginación en Las estructuras antropológicas de lo imaginario. La filosofía europea siempre ha calificado a la imaginación mediante expresiones que reflejan perfectamente al vilipendio sufrido por el concepto durante siglos. Ya desde Teresa de Cepeda y Ahumada, conocida comúnmente como Santa Teresa de Jesús o Teresa de Ávila, que decía que “la imaginación es la loca de la casa”, este concepto ha sido vapuleado de forma injusta y asaetado de expresiones como “la maestra de errores” o “la infancia del hombre”. En este sentido, George Bernard Shaw, Premio Nobel de literatura, considera que lejos de ser un problema, la imaginación supone una fuerza creadora. “Si has construido un castillo en el aire, no has perdido el tiempo, es allí donde debería estar. Ahora debes construir los cimientos debajo de él.” De esta manera, se puede entender que toda realización práctica ha sido otrora irreal, un castillo en el aire, un sueño manado del logos (en tanto que gran unidad de la realidad), del pathos (en tanto que sentimientos y estado del alma) y del ethos (en tanto que elementos definitorios de lo social y conductas aceptadas como patrón de comportamiento real)[5].

Al hilo de lo que decimos, creemos que esta desgracia de denostación ha hecho que se le preste poca importancia a toda esa red imaginaria social que pone de manifiesto algunos elementos de la sociedad que a simple vista no se ven (Pintos, J.L., 2004). Nos apoyamos en Castoriadis, precursor del concepto de imaginarios sociales, para dar veracidad a esta idea. Según la perspectiva de Castoriadis, en las sociedades actuales lo imaginario mantiene una importancia crucial para la comprensión de los porqués  humanos, al igual que ha pasado a lo largo de toda su historia.  La vida del mundo actual responde a lo imaginario como cualquiera de las culturas del pasado (Castoriadis, 1983)[6]. Dice Pintos que los imaginarios sociales son aquellos esquemas, construidos socialmente, que nos permiten percibir algo como real, explicarlo e intervenir operativamente en lo que en cada sistema social se considere como realidad” (1999)[7] es decir, son las representaciones sociales que dirigen los mecanismos de identificación y de integración social y logran hacer visibles aspectos a priori invisibles.

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Por estas razones son tan importantes los imaginarios sociales, porque nos harán preguntarnos por el discurso no explícito de nuestros jóvenes en torno al consumo de sustancias en general y de cannabis en particular. ¿Qué nos quieren expresar con su consumo de drogas? ¿Se trata tan solo de un elemento lúdico con el que juegan? ¿Existe el intento de expresar, mediante el consumo de enteógenos y alcoholes, algún aspecto emocional relevante? ¿Existen aspectos sociales que se enclavan en el consumo y en el consumo desmedido? ¿Qué es lo que desean, lo que quieren, lo que imaginan? Las políticas sobre drogas de nuestro país contribuyen al oscurecimiento del estudio de las diferentes drogas de una manera objetiva y desprejuiciada. Esto imposibilita realizar un acercamiento veraz a una realidad que se explicita por medio de la actitud y los quehaceres de nuestra juventud y que no por mucho evitarla desaparecerá o cambiará ¿Qué significado tiene que nuestra juventud consuma drogas: alcohol, cannabis, cocaína, éxtasis…? ¿Qué realidad alberga estas situaciones cuando nos las encontramos en contextos de riesgo y con consumos desmedidos y negativos para el desarrollo de una vida?

Ha sido un placer realizar un recorrido con todos vosotros a través de las múltiples posibilidades que ofrece el acercamiento a los imaginarios sociales y concretamente en torno al consumo de diferentes sustancias con principio activo.

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El imaginario educa la mirada, una mirada que no mira nunca directamente las cosas: las mira a través de las configuraciones imaginarias en las que el ojo se alimenta.
Emmánuel Lizcano

[1] UN PASEO POR LO IMAGINARIO: ANTOLOGÍA DE LOS IMAGINARIOS SOCIALES. Javier Diz Casal. Actas de Comunicaciones ISBN: 978-84-941942-3-8

[2] Ibídem.

[3] Hace referencia a las representaciones de los 4 elementos de la naturaleza.

[4] “La imaginación y el cannabis” Javier Diz Casal.  Cannabis Magazine, números 125.

[5] Ibídem.

[6] Castoriadis, C. (1983): La institución imaginaria de la sociedad: Marxismo y teoría revolucionaria. Barcelona: Tusquets Editores.

[7] Pintos, J.L. (1995): Los imaginarios sociales. La nueva construcción de la realidad social. Salamanca: Fe y Secularidad.

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